MADRID, 30 Ago. (EUROPA PRESS) -
Un estudio desarrollado por la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), en Estados Unidos, ha concluido que la exposición prenatal a los organofosfatos que se encuentran en los pesticidas puede afectar a la función cognitiva de los niños, reduciendo el flujo sanguíneo de la corteza frontal, y conllevar problemas de comportamiento.
Para el desarrollo de la investigación, publicada en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', el quipo utilizó imágenes funcionales de infrarrojo cercano (fNIRS) para monitorear el cerebro de 95 adolescentes, de entre 15 y 17 años y residentes en zonas donde la fumigación con pesticidas es común, a quienes se les realizaron pruebas de función ejecutiva, atención, cognición social y comprensión del lenguaje.
Los jóvenes habían participado anteriormente en el estudio del Centro para la Evaluación de la Salud de Las Madres y los Niños de Salinas (CHAMACOS), un estudio longitudinal que examinó los efectos de los pesticidas en el desarrollo infantil y concluyó su relación con problemas de atención y un menor coeficiente intelectual.
Esta técnica utiliza luz infrarroja para monitorear el flujo sanguíneo en la corteza del cerebro y permite ver directamente el impacto de la exposición a organofosfatos en el cerebro, ha explicado Brenda Eskenazi, profesora de la Escuela de Posgrado en UC Berkeley y autora principal del estudio.
En este sentido, los investigadores observaron que los adolescentes con mayor exposición prenatal al organofosfato tenían menor flujo sanguíneo en la corteza frontal cuando se enfrentaban a tareas de flexibilidad cognitiva y memoria visual de trabajo, y mostraron actividad cerebral alterada en el control ejecutivo. Sin embargo, tenían mayor flujo a los lóbulos parietal y temporal durante las pruebas de memoria de trabajo lingüística.
A pesar de los datos, los expertos han explicado que aún no está claro por qué la exposición al organofosfato se asocia con una menor actividad cerebral para algunas tareas y una mayor actividad cerebral para otras. No obstante, se han observado patrones similares en otras patologías como la diabetes tipo 1, Parkinson o Alzheimer, ha explicado Allan L. Reiss, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford (EE.UU).
El siguiente paso es repetir este experimento de imágenes cerebrales con los participantes que formaron parte del estudio de CHAMACOS para probar si se mantienen las asociaciones.