Los vertidos hospitalarios de varios radionucleidos no implican peligro para la salud, según estudio

Actualizado: jueves, 21 octubre 2010 15:35

VALLADOLID, 21 Oct. (EUROPA PRESS) -

La tesis doctoral 'Determinación y seguimiento de yodo-131, polonio-210 y otros radionucleidos en distintos entornos laborales', a cargo del licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Valladolid Fernando Jiménez Barredo, supone un innovador estudio sobre las consecuencias que estos elementos tienen en la salud de las personas que, de algún modo, se ven sometidos a ellos.

La tesis, cuya conclusión implicó seis años de trabajo, ha merecido la calificación de sobresaliente cum laude, y ha sido dirigida por el doctor Luis Debán, del departamento de Química Analítica de la UVA; el doctor Rafael Pardo, del mismo departamento, y la doctora Marta García-Talavera, del Consejo de Seguridad Nuclear.

La tesis aborda el estudio de tres campos fundamentales: el del yodo 131 (I-131) en Centros de Medicina Nuclear; el del I-131 y otros radionucleidos en una EDAR (Estación Depuradora de Aguas Residuales), y el de los radionucleidos en fertilizantes agrícolas.

En lo relativo al primero de los temas señalados, se centra el estudio en el I-131 por ser uno de los radionucleidos más empleados en medicina nuclear, tanto con fines terapéuticos como diagnósticos. Así, Fernando Jiménez estudió el I-131 en ambientes hospitalarios, y puso a punto un método para la determinación de la concentración media de I-131 en aire, para lo que empleó técnicas de muestreo pasivo y unas mediciones por espectrometría de centelleo líquido; éste es un procedimiento de medida rápido y muy sensible.

Primeramente, el estudio de esta parte abordó el análisis de distintos factores que pueden influir en la presencia ambiental de I-131 gaseoso, concluyéndose que la concentración de I-131 no depende de las condiciones ambientales, de la frecuencia de los regímenes de visitas o de las características personales - edad, sexo, etc. - de cada paciente.

SEGURIDAD EN UN CENTRO DE MEDICINA NUCLEAR

En segundo lugar, Fernando Jiménez realizó una estimación de la dosis de I-131 que los trabajadores de un Centro de Medicina Nuclear que utilice este radionucleido reciben por su inhalación, y la comparó con la recibida por vía externa. La dosis efectiva total recibida por los trabajadores, afirma el estudio, puede considerarse despreciable respecto a la dosis recibida por exposición externa a la radiación.

Aparte, los residuos líquidos de los centros hospitalarios pueden contener I-131 y éstos, al verterse al sistema público de alcantarillado, llegan junto al resto de aguas residuales urbanas a las estaciones depuradoras, donde se tratan las aguas antes de devolverlas al cauce del río.

En este ámbito, se efectuó un seguimiento del I-131 y de otros radionucleidos en la EDAR de Valladolid, tanto en lodos como en aguas residuales, detectándose incrementos puntuales, temporales, de la concentración de I-131 en las aguas de entrada a la depuradora, que sin embargo no constituyen un riesgo por exposición radiactiva, ya que la concentración en las aguas es muy baja.

Ya en las instalaciones, la acción del I-131 se comparó con la de otros radionúclidos de carácter natural, no presentando tampoco riesgo alguno. Tampoco ofrecen riesgo el resto de radionucleidos analizados; así pues, sólo el I-131 ofrece variaciones en su concentración - debido a los vertidos hospitalarios -, pero su fácil detección permite una rápida determinación de las mismas.

Por último, en lo relativo a la presencia de radionucleidos en fertilizantes agrícolas, Fernando Jiménez ha estudiado el contenido en radionucleidos naturales en suelos abonados con distintos fertilizantes, entre ellos los lodos de depuradora.

En este sentido, atendiendo al contenido en iones mayoritarios en combinación con la concentración de polonio 210 (Po-210) presente en los lixiviados de un suelo sometido a distintas prácticas agrícolas, se puede diferenciar si han sido empleados fertilizantes provenientes de la minería o no.

La medida de Po-210 obtenida en los lixiviados en tierra de cultivo induce a pensar en una baja retención de este radionucleido por el suelo, ya que se encontraron mayores concentraciones del mismo en los lixiviados de los suelos tratados con fertilizantes de síntesis.

Mediante el control de este isótopo, combinado con otros componentes de los lixiviados, puede determinarse si un cultivo procede de agricultura ecológica o no. Y en cuanto el número de radionucleidos en el lodo de EDAR cuando se aplica como fertilizante, no es detectable ya la presencia del I-131.