MADRID, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) realizado en ratones demuestra que el tratamiento de los problemas de la marcha en el Parkinson con estimulación cerebral profunda (ECP) podría optimizarse dirigiéndose a neuronas específicas del tronco cerebral, lo que podría beneficiar a los millones de personas que padecen la enfermedad en todo el mundo.
Basándose en estudios previos en animales de los circuitos motores, que son responsables de la planificación, el control y la ejecución de los movimientos voluntarios, los científicos han planteado la hipótesis de que la congelación de la marcha en el Parkinson podría aliviarse.
Eso requeriría una ECP para estimular las neuronas del núcleo pedunculopontino (PPN), que se encuentra en el tronco cerebral. Se pensaba que el PPN enviaba señales desde el cerebro a la médula espinal que conducían a los movimientos del cuerpo.
"Sin embargo, los resultados iniciales de los ensayos clínicos con ECP del PPN tuvieron un efecto muy variable en la recuperación del movimiento, sobre todo en los pacientes que experimentan congelación de la marcha", afirma el autor, el profesor Ole Kiehn, del Departamento de Neurociencia. "Por ello, se ha debatido en qué parte del tronco cerebral debe producirse una estimulación óptima. Nuestro estudio aporta nuevos conocimientos sobre la mejor zona para la ECP a fin de aliviar este síntoma concreto", detalla.
Los resultados anteriores del grupo mostraron que la estimulación de las llamadas neuronas excitadoras en el PPN podía iniciar la locomoción en ratones normales. Esto planteó la posibilidad de que estas células nerviosas pudieran utilizarse para tratar los síntomas de movimiento en ratones con características de la enfermedad de Parkinson.
"Utilizamos una tecnología para dirigirnos a un grupo específico de células en el PPN con el fin de acercarnos a qué áreas son las mejores para estimular, si queremos aliviar estos síntomas particulares. El resultado muestra que la mejora motora es óptima si estimulamos lo que llamamos neuronas excitadoras en la zona caudal de la PPN", explica Kiehn.
Según los investigadores, los ensayos clínicos con ECP del tronco cerebral son la estrategia adecuada para facilitar que los pacientes vuelvan a caminar correctamente. Pero los resultados clínicos son variables, porque la ECP requeriría una mayor precisión para dirigirse al grupo concreto de neuronas de la PPN caudal. "Es una zona muy delicada, porque si estimuláramos las neuronas excitadoras de otras zonas distintas de la PPN caudal, se produciría una inmovilización completa", advierte el autor.
LA CLAVE ES LA ACTIVACIÓN DE LAS NEURONAS DE LA PPN
En la enfermedad de Parkinson, las células nerviosas que producen dopamina mueren progresivamente. Desde la década de 1960, los médicos han confiado en la medicación para reemplazar la dopamina que falta, pero es notoriamente difícil controlar completamente los síntomas a medida que la enfermedad progresa.
"En muchas personas, los síntomas de movimiento no responden bien al tratamiento médico en las últimas fases de esta enfermedad, por lo que se ha investigado mucho sobre tratamientos alternativos, incluida la búsqueda de objetivos óptimos para la estimulación cerebral profunda", explica la investigadora Debora Masini, primera autora del nuevo estudio, que incluyó varias estrategias diferentes para fundamentar sus hallazgos.
"Cuando estimulamos estas neuronas específicas en el área caudal del PPN, los animales fueron capaces de caminar normalmente, a través de distancias más largas y con una velocidad de marcha normal, a diferencia de lo que ocurría antes de la estimulación, donde mostraban síntomas de la enfermedad de Parkinson", explica Masini.
Así, compararon sistemáticamente la estimulación de diferentes lugares y tipos de células en una serie de experimentos complementarios, y todos apuntaban a la misma conclusión. "Indica claramente que estas neuronas excitadoras de la PPN caudal son un objetivo ideal para la recuperación de la pérdida de movimiento", afirma Masini.
Los investigadores esperan que el nuevo estudio pueda ayudar a los médicos a la hora de elegir la ubicación exacta de la ECP en el tronco cerebral. "Los ratones de nuestro estudio solo representan parcialmente la complejidad de esta enfermedad, pero los resultados han sido muy reveladores. Casi todo lo que hemos aprendido al principio sobre cómo tratar la enfermedad de Parkinson proviene de modelos animales, incluyendo la medicación que utilizamos hoy en día para los pacientes. En este sentido, es un enfoque válido, y esperamos que nuestro estudio pueda ayudar a proporcionar un mejor tratamiento para los pacientes humanos", afirma Masini.