La tomografía computarizada y la resonancia magnética son "fundamentales" para abordar traumatismos craneoencefálicos

Archivo - Tomografía del cerebro.
Archivo - Tomografía del cerebro. - JAZZIRT/ISTOCK - Archivo
Publicado: viernes, 18 julio 2025 13:42

MADRID 18 Jul. (EUROPA PRESS) -

La neurorradióloga de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) Amaya Hilario ha señalado el papel "fundamental" de la tomografía computarizada y la resonancia magnético a la hora de diagnosticar traumatismos craneoencefálicos, así como para su valoración inicial, manejo y pronóstico.

"El traumatismo craneoencefálico es un proceso dinámico que requiere valorar conjuntamente los hallazgos de tomografía computarizada y resonancia magnética. Los avances técnicos de los equipos de resonancia magnética están abriendo camino a una nueva clasificación de lesión axonal difusa con una mejor correlación pronóstica basada en los hallazgos de resonancia magnética", ha afirmado Hilario, primera autora de un artículo publicado en la revista 'Radiología' en el que se defiende esta idea.

Los traumatismos craneoencefálicos graves pueden ser clasificados en torno a dos modelos pronósticos, como la clasificación de Marshall y la de Rotterdam, en base a los hallazgos de la tomografía computarizada.

Mientras la clasificación de Marshall identifica a los pacientes con mayor riesgo de hipertensión intracraneal, y divide a los pacientes en seis categorías en función de la presencia de desplazamiento de línea media, compresión cisternal y lesiones hemorrágicas; la de Rotterdam realiza una determinación pronóstica más específica, incluyendo la hemorragia subaracnoidea e intraventricular a los factores pronósticos previos de efecto de masa y desplazamiento de línea media.

Cabe destacar que la tomografía computarizada es la técnica de elección en la fase aguda del trauma, y debe realizarse a todos los pacientes que puntúan más de 13 en la Escala de Coma de Glasgow, lo que permite identificar hemorragia aguda, líneas de fractura y signos de hipertensión intracraneal.

"En los pacientes con traumatismo craneoencefálico grave es necesario realizar tomografía computarizada de control seriados, ya que tienen una mejor correlación con el pronóstico que la tomografía computarizada inicial", ha expresado la doctora Hilario.

Tras ello, ha explicado que esta situación se debe a que más del 50 por ciento de los pacientes con traumatismo craneoencefálico van a experimentar cambios en la tomografía computarizada, de forma espontánea o tras intervenciones quirúrgicas, y que estos cambios son "especialmente importantes" en las primeras 48 horas tras el trauma.

Por otro lado, la resonancia magnética está indicada en la fase subaguda del trauma, y debe realizarse a todos los pacientes con traumatismo craneoencefálico grave y moderado, sobre todo cuando los hallazgos de la tomografía computarizada no explican la clínica del paciente, pues es superior a esta técnica a la hora de detectar una lesión axonal difusa, lesiones del tronco cerebral, contusiones de pequeño tamaño y lesiones no hemorrágicas.

"La resonancia magnética detecta hasta un 30 por ciento más de lesiones traumáticas que la tomografía computarizada, y tiene sobre todo un valor pronóstico, ya que identifica mejor la lesión axonal difusa (extensión y localización), las lesiones traumáticas no hemorrágicas y las lesiones del tronco cerebral. Asimismo, complementa modelos pronósticos como IMPACT y TRACK-TBI al incorporar los hallazgos de imagen a los factores pronósticos tradicionales", ha añadido la doctora Hilario.

Entre las principales lesiones traumáticas intracraneales primarias se encuentran los hematomas extraaxiales (epidural, de origen venoso y subdural); la hemorragia subaracnoidea e intraventricular (marcador de lesión axonal difusa); las contusiones corticales; la lesión axonal difusa (hemorrágica o no hemorrágica); y las lesiones del tronco cerebral.

Asimismo, ha hablado sobre lesiones traumáticas secundarias tales como el edema cerebral difuso, la encefalopatía traumática crónica, las lesiones isquémicas e hidrocefalia secundarias a herniación cerebral, y la hemorragia de Duret por herniación transtentorial descendente.

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