MADRID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -
La terapia con electrodos mejora el estado al 85,7 por ciento de los pacientes con trastornos obsesivos compulsivos, según un trabajo realizado por investigadores del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y liderado desde el departamento de Neurocirugía del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
El trastorno obsesivo compulsivo se caracteriza por la presencia de pensamientos inquietantes u obsesiones y comportamientos o pensamientos repetitivos que incapacitan, en muchos casos para seguir una vida normal. "El empleo de electrodos para tratar algunas patologías, como los temblores asociados a la enfermedad de Parkinson, es una práctica que ya está establecido en el ámbito clínico", ha explicado el investigador Bryan Strange.
Sin embargo, apostilla, en el caso de las enfermedades psiquiátricas como el TOC, a diferencia de condiciones neurológicas donde la sintomatología está de algún modo estandarizada entre los pacientes, los síntomas psiquiátricos presentan una gran heterogeneidad, lo cual hace más difícil establecer un tratamiento.
En concreto, el trabajo, publicado en 'Brain Stimulation', ha consistido en la colocación de un electrodo de estimulación de cuatro polos en el núcleo caudado y el núcleo accumbens del cerebro, las regiones en las que se cree que subyace el origen de este comportamiento patológico.
La técnica permite elegir uno de los cuatro contactos de estimulación para producir el mejor resultado clínico en función de los síntomas del paciente. A los pacientes participantes en el estudio se les realizó, previamente a la implantación de los electrodos, una resonancia magnética funcional con provocación de los síntomas mediante imágenes relacionadas con los síntomas propios de su enfermedad.
El ensayo se dividió en cinco periodos correspondientes al encendido de cada electrodo y un periodo placebo en el que no había estimulación. El orden de activación de cada electrodo también era diferente en cada uno de los sujetos con trastorno obsesivo compulsivo que participaron en el ensayo y el tratamiento se prolongó un mínimo de tres meses en cada paciente.
"Se trató a un total de siete pacientes diagnosticados de trastorno obsesivo-compulsivo grave y resistente al tratamiento farmacológico y a la terapia cognitivo-conductual. Al finalizar el ensayo el 85,7 por ciento de los pacientes tratados presentaba una respuesta terapéutica de mejoría de los síntomas", ha explicado el investigador.
Además, el trabajo también ha dado la posibilidad de comprobar si la diana óptima de estimulación cerebral profunda era la misma para todos los pacientes o si ésta podría personalizarse en función de los síntomas predominantes en cada uno de ellos, lo que parece un punto de vista más acertado a la hora de abordar el tratamiento a la vista de los resultados obtenidos.
"También hemos sido capaces de demonstrar una estrecha relación entre la diana optima de estimulación y la que predice un índice que combina los resultados de un estudio de los tractos de materia blanca de cada paciente con la resonancia magnética funcional durante provocación de síntomas", ha apostillado el experto.
Por tanto, a juicio de los científicos, el estudio ha puesto de manifiesto la importancia de actuar de manera personalizada en este tipo de trastornos, frente a las técnicas estandarizadas, en las que la tasa de respuesta nunca ha sido superior al 50 por ciento, al tiempo que abre la puerta a nuevas formas de abordar la enfermedad en pacientes que no han respondido a otros tratamientos.
En el estudio también han participado investigadores del Departamento de Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid, el Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos, los Hospitales Puerta del Sur, Hospital de Móstoles y Hospital Universitario CEU San Pablo y el Departamento de Neuroimagen del Centro Reina Sofía para la Enfermedad de Alzheimer.