MADRID 18 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) ha mostrado su preocupación por el desarrollo del modelo actual del abordaje de dolor persistente no oncológico en Atención Primaria, ya que observa la existencia de una "importante brecha" entre las recomendaciones de las guías de práctica clínica basadas en el avance de la neurociencia del dolor y la práctica clínica asistencial.
Así lo afirman los miembros del Grupo de Trabajo de Dolor Crónico Persistente de la sociedad, que acaban de publicar un trabajo sobre este asunto en la revista de 'AMF' (Actualización en Medicina de Familia) bajo el título 'Abordaje no farmacológico del dolor persistente'. Este tipo de dolor, que se prolonga durante tres meses o más, lo sufre entre el 11 y el 17 por ciento de la población española, representando el 50 por ciento de las consultas relacionadas.
Según señalan, el principal motivo de esta brecha en el abordaje, las creencias erróneas sobre el dolor, es decir, sobre las causas, el pronóstico y la efectividad de los tratamientos, así como la falta de formación tanto en los pacientes como en los distintos profesionales sanitarios. A día de hoy, afirman, "la evidencia disponible permite tratar al paciente con Dolor Persistente No Oncológico como una persona con dolor, pero con un organismo aceptablemente sano y capaz".
Sin embargo, "el dolor inespecífico (sin lesión correlacionada, equivalente a dolor primario) sigue siendo abordado con una atención centrada en la zona que duele y en las pruebas de imagen; y, cuando las pruebas no aportan datos de lesión, se cuestiona el dolor o se atribuye a una causa psicológica. Del mismo modo, cuando aparecen cambios, se correlaciona el dolor con la alteración, olvidando que la coexistencia no implica correlación causal", asegura el informe.
El tratamiento no farmacológico recomendado tanto por guías como por la evidencia científica se basa en la educación del paciente en neurociencia del dolor y en el ejercicio físico. Ambas claves deben estar enfocadas a la atención centrada en la persona para tener así la capacidad de evaluar "los factores que le influyen y cómo le afectan; conocer al paciente como individuo, sus creencias, expectativas y disposición al cambio; se recomienda también fomentar el afrontamiento activo que incluya la toma de decisiones compartida en el plan de cuidados y autocuidados, centrándose en la función y no en los resultados en dolor".
Por otro lado, afirma que la educación en el dolor consiste en enseñar al paciente a comprender los procesos neurofisiológicos que sustentan su estado de dolor, lo que conduce a un cambio de creencias que, junto con la incorporación progresiva del movimiento, ha demostrado ser eficaz en mejorar la calidad de vida, la función y disminuir el dolor.
Esto es, explicarle que el dolor se relaciona con una respuesta en el sistema nervioso central y no exclusivamente en los tejidos foco del dolor. Pero que cuando el dolor persiste mas allá del tiempo esperado de curación, se correlaciona poco con lo que ocurre en los tejidos, lo cual no significa que no duela. Al contrario: el dolor primario es tan real, y tanto o más intenso que cuando hay lesión.
Aunque su evidencia es moderada, recuerdan que el ejercicio físico es la intervención que mejor ha demostrado mantener los beneficios en el tiempo, más aún si se realizan diferentes tipos de ejercicio, entendiéndose estos como cardiovascular, técnicas cuerpo-mente, fuerza o combinaciones. Del mismo modo, la evidencia apunta a resultados prolongados en el tiempo cuando el ejercicio se adapta al estilo de vida, la capacidad física y las preferencias del paciente, así como a su convicción de que es bueno para él y no va a causarle daño alguno.
Se trata pues, según las autoras del texto, de realizar un abordaje multidisciplinario, que puede estar llevado a cabo por distintos profesionales, de forma simultánea o secuencial, teniendo siempre en cuenta que los pacientes que llegan a Atención Primaria con Dolor Persistente No Oncológico son muy dispares y que es importante que el médico o médica de familia detecte las necesidades de cada uno.
Porque además de la educación en el dolor y de ejercicio físico, a menudo pueden necesitar una ayuda consistente en tratamiento psicológico. En este sentido, señalan que la terapia cognitivo conductual (basada en la reestructuración cognitiva, la regulación emocional y los cambios de conducta), es otro de los abordajes que mejora el dolor crónico no oncológico de manera costo efectiva, con una evidencia baja.