MADRID, 17 Oct. (EDIZIONES) -
Tras un ictus o accidente cardiovascular es frecuente que la marcha o la forma de andar de la persona se vea afectada, en la medida en que disminuye la velocidad de la marcha, la cadencia, la longitud del paso y de la zancada, entre otros puntos. Esto supone, además, un mayor gasto energético para la persona.
"Las contracturas y deformidades articulares pueden aparecer a pesar de un tratamiento integral, agravando la discapacidad y promoviendo la aparición de complicaciones como restricciones en el movimiento o dolor", subraya en una entrevista con Infosalus el doctor Eloi Nin Ribas, médico rehabilitador del servicio de Daño Cerebral del Hospital Hermanas Hospitalarias Aita Menni de Mondragón (Guipúzcoa).
Según apunta, una de las alteraciones más frecuentes en la práctica clínica es la del pie equinovaro espástico, una deformidad que impide un correcto apoyo del pie, dificulta la transferencia del peso a la pierna afectada, y retrasa o impide la bipedestación equilibrada y la marcha.
"En el paciente que camina la marcha es menos segura y ergonómica, dificulta todas las fases de la marcha y favorece la hiperqueratosis (engrosamiento de la piel del pie), la metatarsalgia (dolor en zona anterior de los pies), dedos en garra y problemas en las uñas. En la marcha hemiparética encontramos una disminución de la velocidad de marcha, de la cadencia, de la longitud de paso y la longitud de la zancada", señala.
Según recuerda Nin, esas alteraciones tienen su repercusión en las diferentes fases del ciclo de marcha: la fase de apoyo está aumentada en ambos lados aunque de forma más marcada en el lado afectado, la fase de doble apoyo está aumentada y la fase de oscilación está reducida. "El gasto energético de la marcha es muy superior al individuo normal con cadencia similar", reitera.
Por ello, este médico rehabilitador del servicio de Daño Cerebral del Hospital Hermanas Hospitalarias Aita Menni de Mondragón (Guipúzcoa) considera que el uso de órtesis (férulas) puede contribuir a mejorar de forma inmediata la movilidad, la marcha (velocidad y longitud de paso) y la transferencia del peso del paciente.
En concreto, indica que se trata de un dispositivo externo aplicado sobre el cuerpo humano utilizado para modificar las características estructurales o funcionales del sistema neuromusculoesquelético. Las hay de distintos tipos, según precisa:
1.- Estabilizadoras, inmovilizadoras o posicionales: Mantienen una posición e impiden movimientos indeseados.
2.- Funcionales, también denominadas dinámicas: Llevan incorporado un elemento elástico que permite movilizar un segmento de un miembro paralizado.
3.- Correctoras: Indicadas para corregir una deformidad esquelética. (Son más efectivas si se utilizan durante el desarrollo infantil).
4.- Protectoras: Mantienen alineada una extremidad
Asimismo, Nin explica que las órtesis pueden estar fabricadas en distintos materiales; siendo las más comunes las textiles, las de plástico o las de fibra de carbono. Pueden ser rígidas, flexibles o articuladas, a su vez.
DISTINTOS FACTORES INFLUYEN
"A la hora de recomendar el tratamiento con uno u otro tipo de órtesis debemos tener en cuenta algunos factores tales como la edad, el nivel funcional, la profesión, el diagnóstico, el clima o el pronóstico. Pero sin duda, el factor más importante de todos es el propósito funcional", incide el especialista en rehabilitación.
Así, defiende que estas férulas pueden ayudar a la hora de: prevenir una deformidad manteniendo la longitud muscular y la movilidad de una articulación; corregir una deformidad cuando ya se ha producido; ayudar o asistir a la función del miembro; inmovilizar o dar estabilidad al miembro lesionado.
Con todo ello, el médico rehabilitador del servicio de Daño Cerebral del Hospital Hermanas Hospitalarias Aita Menni de Mondragón (Guipúzcoa) concluye que los AFO (Ankle-Foot orthosis) o órtesis para pie y tobillo contribuyen a mejorar de forma inmediata la movilidad, la marcha (velocidad y longitud del paso) y la transferencia de peso.
"Además el uso del AFO mejora la capacidad aeróbica en pacientes con hemiparesia (disminución de fuerza motora o parálisis parcial), aumenta de forma significativa el pico de VO2 máximo (la cantidad de oxígeno consumido en un tiempo determinado) y los resultados del test de marcha a los 6 minutos", celebra.