MADRID, 2 Ago. (EDIZIONES) -
La adolescencia en estos últimos 25 años ha cambiado "muchísimo", y el cambio generacional que hay de nuestros padres a nosotros no es tan grande como el que ahora tenemos nosotros con nuestros hijos y esto sólo tiene un único responsable: la tecnología.
"La tecnología ha cambiado el modo de relacionarse, de crecer, de evolucionar, y de construir una identidad para los adolescentes, que lo hace como lo hacíamos nosotros (relacionándose con el mundo, con sus amigos, sus padres, con la escuela), pero también con el mundo virtual", subraya en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus Lola Álvarez Romano, pedagoga y psicoterapeuta española infanto-juvenil con residencia en Londres.
Precisamente, ha publicado su segundo libro, ‘¿Qué me he perdido?’ (Planeta), un manual que, a modo de guía, enseña a los padres a cómo afrontar los problemas de salud mental en la adolescencia.
Así, defiende que la salud mental de los adolescentes se ha agravado por el uso de la tecnología, de manera que los jóvenes de ahora deben relacionarse no sólo con el mundo físico que les rodea, sino también con el virtual, y además de manera simultánea: "Esto representa más trabajo, y les genera más estímulos. En una época del desarrollo, donde las cosas están llenas de incertidumbres e inseguridades, y en la que construyen quienes son, el ‘input’ de la tecnología es una realidad para ellos. Nosotros somos más analógicos".
UNA NUEVA FORMA DE EXCLUSIÓN
Por eso, insiste esta experta en que el que los adolescentes de ahora sea nativos digitales implica que la idea que construyen de sí mismos no sólo se basa en lo que nosotros vemos de manera externa, también influye la tecnología en ello, a la vez que impide a veces el que los padres puedan averiguar si sus hijos tienen alguna dificultad en gestionar todo esto.
"La tecnología forma parte de su vida. Ahora hay grupos de adolescentes en las aplicaciones de móvil. Esto da más potencial para utilizarla en forma de ‘bullying’ o de exclusión virtual. En Snapchat, por ejemplo, si tienes el localizador activado, puedes ver que otros están en una fiesta y tú no, por ejemplo. Ahora la tecnología da más detalle de todo lo que ocurre, las conversaciones quedan grabadas, todo esto es diferente de antes", resalta esta psicoterapeuta.
CAMBIA LA MANERA DE VERSE Y DE RELACIONARSE
Con ello, Álvarez Romano mantiene que los adolescentes de ahora viven con "más intensidad" su formación y desarrollo como personas, el cómo se relacionan con los demás, pero también sostiene que hay más superficialidad en ello, igualmente proporcionado por las redes sociales.
"La tecnología, cosas como el aspecto físico, sobre todo en las chicas, sí que ha influido en su autoimagen y el cómo se quieren ver en redes sociales o el cómo aspiran a ser alguna ‘influencer’ que puedan seguir. Antes estaban los actores de Hollywood de lejos, era algo más remoto; pero hoy hay más intensidad de todo esto y son más permeables a estas influencias", subraya.
CONSEJOS PARA LOS PADRES: CONVERSACIÓN
A su juicio, lo mejor que podemos hacer los padres es tener tiempo para ellos, observarles, comunicarnos con ellos desde el principio. "Cuanta mejor comunicación tengas con ellos menos sustos te llevarás. Los padres de hoy en día están muy ocupados, comen con el teléfono encima de la mesa, un momento en el que puedes contar qué ha pasado en el día, pero hoy en día estas conversaciones están compartidas con otras personas por la tecnología. Hay que proteger los espacios familiares y promover la comunicación, y tener tiempo para los niños y no ir tan corriendo a todos lados", defiende esta experta.
Es más, sostiene que en los adolescentes, aunque no lo creamos, el ejemplo de los padres es fundamental: "Una cosa es lo que dices y luego lo que te ven hacer ellos; y ahí es donde hay que tener cuidado".
SÍ LES IMPORTA LO QUE PIENSEN SUS PADRES
Además, insiste en que en la adolescencia esto no cambia, los padres siempre son necesarios para sus hijos, y aunque no lo parezca a estos menores sí les importa lo que opinan sus padres de ellos, aunque no estén de acuerdo, pero lo saben. "Cuando hacen una cosa que saben que sus padres se oponen no cae en saco roto. Es importante que los padres mantengan una postura firme, comprensiva y abierta a lo que pueda ocurrir, y donde los padres puedan comunicar lo que creen que deben hacer los hijos, pero también negociar", señala.
Por eso, esta experta en salud mental infanto juvenil mantiene que lo que mejor pueden hacer los padres en la crianza de sus hijos es dedicarles tiempo y atención, compartir ratos con ellos, y sin que haya interferencias de otro tipo de por medio, como por ejemplo la televisión o el móvil.
Le preguntamos en este punto si hoy en día la adolescencia empieza antes que ahora, y cree que efectivamente es así, y "la infancia está encogiendo", y "es cada vez más breve". Esto, en su opinión, es una lástima porque la infancia representa un periodo de consolidación de habilidades, de despreocupación, y está siendo amenazada por la tecnología y todo lo que viene por ahí. "Hay niñas con 9 años con ropa que no les corresponde, y con maquillaje para niñas. Tendrán muchos años para hacer eso", manifiesta.
Cuando trabaja con niños pequeños en su consulta explica que tiene una caja de juguetes pequeños y muchos menores se sorprenden al jugar con ellos: "Hay muchísimos niños que con juguetes físicos están sorprendidos porque en su casa están todo el día con las pantallas. El juguete físico tiene un papel fundamental y, sobre todo, aquellos con los que pueden crear cosas".
SIGNOS DE ALARMA DE QUE ALGO NO VA BIEN
Su nuevo libro representa una guía para padres para detectar y afrontar problemas de salud mental en la adolescencia. Lola Álvarez Romano indica que pueden representar un signo de alarma en la salud mental de los adolescentes en general todos aquellos cambios de conducta que puedan producirse.
"Cuando se ve algo que no es lo habitual y se ve que tu hijo deja de hacer cosas con las que disfrutaba. Otro signo de alarma puede ser si se ha aislado del grupo de amigos, si su rendimiento ha bajado en el colegio, si no duerme bien, o en cambio descansa demasiado. Si presenta cambios de apetito. Hay diferencia entre un adolescente hermético y un poco reservado de uno abatido, hay una diferencia cualitativa que una madre observadora puede notar. Todos los cambios de actitud, de su funcionamiento en general, esto es una señal de que algo no puede estar yendo bien", remarca.
Por eso, destaca en la necesidad de crear oportunidades para la conversación con ellos, y subraya que lo que sí que hay que tener claro es que no hay soluciones mágicas y todo es un proceso. "Si quieres hablar con tu hijo y te dice que le dejes en paz, al cabo de los días lo tienes que volver a intentar. Y si no quieres interrogarle puedes hacerle comentarios como ‘he notado que ya no sales con tus amigas, ¿ha pasado algo?’, aunque sea un comentario. A ella le ayudará a darse cuenta de que has notado un cambio, y esto facilitará el que ella acuda a ti cuando te necesita", aconseja esta psicoterapeuta.
MÁS CASOS GRAVES, Y ANTES
Con todo ello, reitera en la idea de que "la salud mental de nuestros adolescentes ha empeorado en general, y tiene que ver con la mayor cantidad de estímulos", con ese uso de las tecnologías.
"Hace 30 años que trabajo en esto y veo presentaciones más agudas más pronto, la proporción ‘grosso modo’ ha aumentado. Hay casos más agudos, más casos de autolesiones y suicidas, pero creo que es algo europeo, de Occidente en general, no sólo exclusivo en Reino Unido, sino que sucede en todos los países de nuestro entorno", remarca Álvarez Romano.
ESPAÑA ADOLECE DE SERVICIOS DE SALUD MENTAL PARA ADOLESCENTES
Y es que, según lamenta, en España falta mucho camino por recorrer todavía en cuanto al apoyo que reciben los adolescentes españoles con problemas de salud mental desde las autoridades sanitarias. Considera que en nuestro país los servicios de salud mental infanto-juvenil no están tan estructurados, cuando en Inglaterra funcionan desde los 60, y por tanto ya hay protocolos muy establecidos.
"Aquí tengo la sensación de que van a ciegas. Muchos adolescentes acuden primero al psicólogo escolar, luego prueban con alguien en privado, pero no hay una estructura como tal. Sólo la hay para casos agudos (jóvenes violentos o suicidas, por ejemplo), pero para los problemas del día a día a muchos padres les es difícil saber a dónde pueden acudir", subraya esta experta.