MADRID, 8 Mar. (EUROPA PRESS) -
Kate Langwig, profesora asistente en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias de Virginia Tech (Estados Unidos), ha liderado un estudio que está investigando formas en que se puede mejorar la eficacia de la vacuna contra el sarampión, que ya tiene un 97 por ciento de calidad.
"Para muchas enfermedades infecciosas, dependemos de la inmunidad de toda la sociedad para prevenir los brotes de infecciones prevenibles por vacunación. La inmunidad es la protección del 'rebaño' al prevenir infecciones en la gran mayoría de las personas. Podemos calcular el porcentaje de la población que necesita vacunarse para evitar que las enfermedades se propaguen y mantener la inmunidad de la manada. Para algunos patógenos, como el sarampión, el número de vacunas es muy alto porque el virus se propaga muy fácilmente", explica Langwig.
La investigadora y su laboratorio realizaron simulaciones de modelos matemáticos para determinar si la eficacia de la vacuna podría ser menor cuando se está expuestos a altas dosis de patógenos y cuando varía la susceptibilidad de las personas.
"Por ejemplo, si ha sido vacunado contra el sarampión, pero alguien estornuda muy cerca de su cara, o si está cuidando a un niño enfermo que está estornudando, tosiendo, etc., ¿es más probable enfermar? Además, si está agotado (tal vez persiguiendo a ese niño la semana anterior), ¿es más probable que se infecte incluso si ha sido vacunado?", se pregunta la científica.
Langwig y su laboratorio encontraron en sus simulaciones que las vacunas serán menos efectivas a dosis más altas de patógenos y cuando los individuos en la población tienen una susceptibilidad similar. "La susceptibilidad, es decir, la probabilidad de que una persona se infecte, también es importante. Las personas que son más jóvenes o tienen una nutrición deficiente pueden ser más propensas a infectarse, incluso si han sido vacunadas", apunta Langwig, responsable de este estudio publicado en la revista 'Scientific Reports'.
Además, estaban interesados en validar sus simulaciones con algunos datos del mundo real, por lo que hicieron una revisión sistemática de la literatura con la ayuda de otros investigadores para determinar si había ejemplos de enfermedades en las que la eficacia de las vacunas se reduce a dosis altas.
"Lo que encontramos fue un poco impactante: hay un número muy pequeño de estudios que prueban si las vacunas son efectivas en múltiples dosis de patógenos. Revisamos casi 6.000 artículos e identificamos solo una docena de estudios que probaron vacunas en múltiples dosis de patógenos. Dentro de esos pocos estudios, el patrón fue generalmente consistente con nuestra simulación: la eficacia de la vacuna tendió a ser más baja con dosis altas de patógenos", apunta Langwig.