MADRID, 23 Nov. (EUROPA PRESS) -
La realización de pruebas COVID-19 semanales a la mitad de la población con pruebas de rápida respuesta llevaría al virus a su eliminación en cuestión de semanas, incluso si son significativamente menos sensibles que las PCR, según un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder y de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
"Nuestro hallazgo general es que, cuando se trata de la salud pública, es mejor tener una prueba menos sensible con resultados hoy que una más sensible con resultados mañana. En lugar de decirle a todo el mundo que se quede en casa para estar seguros de que una persona enferma no lo propague, podríamos dar sólo a las personas contagiosas órdenes de quedarse en casa para que todos los demás puedan seguir con sus vidas", explica Daniel Larremore, autor principal del trabajo, que se ha publicado en la revista 'Science Advances'.
Los investigadores examinaron la literatura científica disponible sobre cómo la carga viral sube y baja dentro del cuerpo durante la infección, cuándo las personas tienden a experimentar síntomas y cuándo se vuelven contagiosas. Luego utilizaron modelos matemáticos para pronosticar el impacto de la detección con diferentes tipos de pruebas en tres escenarios hipotéticos: en 10.000 individuos; en un entorno de tipo universitario de 20.000 personas; y en una ciudad de 8,4 millones.
Cuando se trataba de frenar la propagación, descubrieron que la frecuencia y el tiempo de respuesta son mucho más importantes que la sensibilidad de la prueba. Por ejemplo, en un escenario en una gran ciudad, la prueba generalizada dos veces por semana con una prueba rápida pero menos sensible redujo el grado de infecciosidad, o R0 ("R nada"), del virus en un 80 por ciento.
Pero las pruebas dos veces a la semana con una prueba PCR (reacción en cadena de la polimerasa) más sensible, que tarda hasta 48 horas en devolver los resultados, redujo la infecciosidad en solo un 58 por ciento. Cuando la cantidad de pruebas era la misma, la prueba rápida siempre reducía la infecciosidad mejor que la prueba PCR, más lenta y sensible. Esto se debe a que alrededor de dos tercios de las personas infectadas no tienen síntomas y mientras esperan los resultados, continúan propagando el virus, según los autores.
En un escenario en el que el 4 por ciento de los individuos de una ciudad ya estaban infectados, las pruebas rápidas a tres de cada cuatro personas cada tres días redujeron el número de personas finalmente infectadas en un 88 por ciento y fue "suficiente para conducir la epidemia hacia la extinción en seis semanas".