MADRID 10 Mar. (EUROPA PRESS) -
La Unidad de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital La Luz ofrece la posibilidad de implantar una prótesis o malla de titanio a medida de cada paciente que restituye la función del hueso alveolar y así fijar los nuevos dientes.
La principal ventaja de esta técnica es su inmediatez, ya que el paciente recupera su dentición definitiva en muy pocos meses. Y es que, el hueso del maxilar superior, si carece de piezas dentales, pierde con el tiempo anchura, grosor y altura, hasta el punto en el que ni siquiera las dentaduras postizas son capaces de solucionar el problema e, incluso, lo agravan.
"El movimiento de esa prótesis contra los dientes de la mandíbula causa pequeños traumatismos que aceleran la desaparición del hueso", ha detallado el jefe asociado del servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del Hospital La Luz, Néstor Montesdeoca.
Afortunadamente, existen diferentes formas de tratar la atrofia maxilar severa. Para empezar, es posible utilizar injertos de hueso del propio paciente para restituir el del propio maxilar superior. Las zonas donantes pueden ser tanto la cadera como la calota craneal, es decir, la parte exterior del cráneo.
Esta técnica, aunque efectiva, tiene varios inconvenientes. "Se necesita abrir un segundo campo quirúrgico, no solo intervenimos la boca sino también la cadera o el cráneo y hace falta esperar bastante tiempo, prácticamente un año, para recuperar la dentición", ha explicado el doctor.
El siguiente avance fue utilizar los llamados implantes cigomáticos que pueden provocar sinusitis severas. La tercera alternativa es el uso de un implante o malla de titanio que soporte el maxilar superior atrófico o directamente perdido. Esta malla está hecha de titanio por ser un material biocompatible.
"Decimos que es biocompatible cuando el hueso es capaz de pegarse al titanio. El hueso vivo es capaz de crecer sobre la superficie del titanio", ha añadido el jefe asociado de servicio de Cirugía Oral, Maxilofacial e Implantología del mismo centro, José Luis Cebrián.
Esta malla de titanio da soporte al labio superior, que permanece hundido cuando el maxilar se atrofia casi en su totalidad. A su vez, restituye la anatomía del proceso alveolar. "De forma que se apoya específicamente sobre las partes del hueso maxilar que son más densas y duras para que soporten la carga", ha resaltado Montesdeoca.
LA ESTRUCTURA SE AJUSTA A LAS MEDIDAS DE CADA PACIENTE
Una vez adaptada la malla de titanio, el siguiente paso es fijarla. "La fijamos con unos tornillos también de titanio al hueso más duro del maxilar y simplemente le damos cobertura con la mucosa que hemos levantado", ha argumentado Cebrián.
La propia malla incorpora las conexiones o "huecos" sobre las que se insertarán posteriormente las nuevas piezas dentales. Como ha recordado Montesdeoca, los implantes dentales van integrados a la propia estructura de titanio. "El implante no va enterrado en el hueso. La conexión va integrada a la malla de titanio", ha detallado.
Por otro lado, la prótesis tiene cierta capacidad de osteointegración, es decir, de fijarse al hueso remanente que queda del maxilar. Gracias a esta prótesis el paciente puede recuperar sus dientes en un periodo muy breve de tiempo.
Ya que, como ha apostillado Montesdeoca, no se necesita que se integre el implante en el hueso. "La rigidez proviene del propio soporte pasivo de la malla en el hueso remanente, sumado con el anclaje que hacemos con los tornillos de titanio en el hueso", ha argumentado.
Un mes después de la operación se coloca al paciente una prótesis provisional, hecha de resina. "Cuando vemos que el paciente come bien con ella puesta, la estética le gusta y comprobamos que no tiene ningún fallo estructural fabricamos entonces la versión definitiva de cerámica", han zanjado estos expertos.