MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes con COVID-19 pueden presentar otras infecciones concomitantes o adquiridas previamente, por lo que resulta necesario aprovechar su contacto con el sistema sanitario para diagnosticar infecciones como las producidas por el VIH y la hepatitis C (VHC), según han resaltado expertos durante la jornada virtual 'Cinco meses de Covid-19 ¿cómo convive con otras enfermedades infecciosas?', organizada por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) con el apoyo de Gilead Sciences.
En palabras del doctor Luis E. Morano Amado, especialista en Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas en el Hospital Universitario Álvaro Cunqueiro de Vigo, "un elevado porcentaje de pacientes con VIH son diagnosticados tardíamente en estadios avanzados de la infección, tanto en España como en Europa". "El primer paciente comunicado con infección VIH y COVID-19 se describió en China y el diagnóstico de la infección VIH se realizó durante su ingreso hospitalario provocado por el coronavirus", ha recordado.
En lo referente a la Hepatitis C, "se estima que actualmente hay en España unos 80.000 pacientes con infección activa, el 71 por ciento con infección conocida y no tratada, y un 21% no diagnosticados, que no han recibido tratamiento, y de nuevo la actual epidemia es una oportunidad para detectar a estos pacientes", ha apuntado Morano.
Por su parte, Manuel Linares Rufo, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria del Centro de Salud Buenos Aires de Madrid y coordinador del Grupo de Trabajo de Enfermedades Infecciosas, Medicina tropical y del viajero de SEMERGEN, ha resaltado que "sin medios no hay control".
"Nos encontramos ante un momento de cambio en el que tenemos la oportunidad mejorar nuestro modelo asistencial y la rentabilidad diagnóstica en la búsqueda de población oculta, por ejemplo, en el VIH o con la hepatitis C y B. Pero para ello necesitamos formación y que se dote de los medios técnicos y diagnósticos adecuados, con mayor conectividad de datos, implementar otros circuitos e integrar las nuevas tecnologías en las herramientas diagnósticas", ha concluido el doctor.
Durante este encuentro se han analizado posibles circunstancias a destacar en los pacientes y se han proporcionado datos sobre la incidencia de la infección por el virus SARS CoV-2 en los pacientes con VIH, que no presentan una tasa de infección superior a la de la población general, ni una mayor gravedad del cuadro clínico, con la excepción de los pacientes con infección VIH no controlada o pacientes con inmunosupresión grave.
También se han proporcionado datos de la afectación hepática en pacientes con COVID-19, donde alrededor de un 20 por ciento de los pacientes presentan alteración de la bioquímica hepática, que puede ser secundaria a múltiples factores, como el propio coronavirus, la toxicidad de los fármacos, fenómenos trombóticos, shock o a la presencia de otras patologías previas como las hepatitis virales, el uso previo de fármacos hepatotóxicos, esteatohepatitis, el abuso del alcohol y otros tóxicos, etc.
En los últimos años, el circuito asistencial clásico de las personas con infección por virus de hepatitis C se ha simplificado con la implementación del diagnóstico en un solo paso y el uso de nuevas modalidades diagnósticas que emplean pruebas serológicas rápidas en sangre capilar o saliva o, más recientes, de determinación de la viremia en sangre seca que es analizada en los centros hospitalarios o directamente en el 'point of care', el dispositivo asistencial en el que se atiende al paciente. Con la llegada de la pandemia por SARS Cov-2 se ha conseguido simplificar aún más el circuito asistencial al potenciarse el uso de la telemedicina y la telefarmacia.