MADRID 2 Abr. (EUROPA PRESS) -
Uno de los campos en los que la Inteligencia Artificial puede aportar muchos beneficios es el de la Psicología ya que, como explica el investigador principal del Behavioural Design Lab (BDLab) en el eHealth Center y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Manuel Armayones, "en un sistema público saturado y en el que el número de psicólogos trabajando en la sanidad pública es insuficiente, la IA puede convertirse en una herramienta clave", aunque avierte de que "jamás deberá reemplazar la figura del psicólogo".
Esta herramienta "puede utilizarse para mejorar la capacidad y el alcance de la labor de los que ahora mismo están trabajando", agilizar procesos de evaluación y diagnóstico, hacer una primera criba de urgencia y gravedad de casos, y brindar apoyo en emergencias como la prevención del suicidio o trastornos juveniles graves "entre algunas de las situaciones que más sufrimiento y preocupación social están provocando en la actualidad".
Además, el investigador de la UOC ve un gran potencial en la IA para ofrecer un acompañamiento diario en procesos agravados por la soledad, proporcionando un seguimiento continuo y personalizado a aquellas personas que se enfrentan a situaciones de aislamiento, "pero sobre todo como una herramienta a disposición de los psicólogos que les puede permitir tanto evaluar mucho mejor el contexto social, familiar y personal como integrar la IA como un instrumento para dar información a las personas en tiempo real y en contextos específicos sobre recursos, actividades, formaciones, etc. que pueden llevar a cabo".
Estas recomendaciones serían muy personalizadas "y podrían brindar experiencias para las cuales no hubiera barreras y que fomentasen la relación personal y física en su entorno. No considero la IA como una herramienta 'aislada' sino como parte de un plan integral de abordaje a distintos niveles", indica Armayones.
Por otro lado, según la profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC e investigadora del grupo de investigación Cognitive Neuroscience and Applied Data Science Lab (NeuroADaS Lab) del eHealth Center de la UOC, Laia Subirats, entre los campos que pueden experimentar un gran avance se encuentra el del diagnóstico, que será más eficaz y rápido.
"Ahora existen nuevas técnicas de procesado de imágenes y de sensores, así como diferentes tecnologías, como el procesado de lenguaje natural (NLP) y el aprendizaje federado en electronic health records (EHR)", señala. "El procesado de los datos requiere un tiempo, pero la IA permite analizarlos a tiempo real, lo que posibilita hacer una detección más rápida de posibles anomalías. Y eso se puede aplicar tanto a la monitorización como a una posible asistencia en cirugía", añade Subirats.
El diagnóstico precoz y la salud mental no son las únicas áreas en las que la IA puede ayudar. Para el investigador del grupo Artificial Intelligence and Data for Society (AID4So) del IN3, Andreas Kaltenbrunner, las herramientas de IA tienen también el potencial de desempeñar un papel crucial en la resolución de conflictos para abordar la creciente polarización dentro de la sociedad.
"Para ello, las herramientas impulsadas por IA pueden analizar datos de conflictos existentes, identificar patrones recurrentes y predecir posibles áreas de tensión. Además, pueden detectar polarización durante debates, resumir puntos de vista opuestos, resaltar puntos en común y proponer posibles posiciones de compromiso", sostiene.
¿CÓMO GARANTIZAR UNA IA TRANSPARENTE Y DE CALIDAD?
Los avances que está permitiendo la IA suman una larga lista, pero los expertos sostienen que también cuenta con limitaciones y obstáculos. La falta de transparencia y explicabilidad es uno de ellos, en opinión de Kaltenbrunner. "Comprender cómo los modelos de IA llegan a sus resultados es fundamental para generar confianza y garantizar la justificabilidad de dichos resultados. Sin una visión clara de su funcionamiento interno, las personas usuarias pueden dudar en adoptar plenamente una solución de IA", afirma.
Además, el desarrollo y la implementación de sistemas de IA exigen recursos, como potencia informática, experiencia especializada e infraestructura. Y estos recursos no son accesibles de manera uniforme, "lo que podría exacerbar las desigualdades ya existentes y sembrar dudas sobre la sostenibilidad y el impacto medioambiental de una IA que consume muchos recursos", continúa el investigador.
Por otra parte, como explica Subirats, se necesitan más datos de calidad y un entorno colaborativo que permita una mayor interdisciplinariedad, además de una política de gestión que garantice la privacidad, seguridad y gobernanza de los datos. Pero, sobre todo, la IA aplicada al mundo de la salud requiere supervisión, si lo que se pretende es un beneficio que redunde en toda la población.
"La IA es una herramienta, no está sustituyendo el trabajo humano, sino facilitándolo, si lo hacemos bien", apunta el director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigador del grupo FoodLab, Salvador Macip. "La veo como una calculadora: ella hace unos cálculos, pero tienes que ser tú quien le dé los datos. Es mucho más rápida calculando que nosotros, pero ella sola no puede hacer nada. La IA es una herramienta similar", añade.
En su opinión, su mayor potencial es que tiene una gran capacidad para procesar datos y actuar como si pensara, "pero realmente la IA no está creando nada, está integrando informaciones para generar nuevos modelos, pero a partir de cosas que ya existen", afirma Macip.