MADRID 14 May. (EUROPA PRESS) -
El director de la Unidad de Riesgo Vascular del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, el doctor José María Mostaza, relaciona la lipoproteína (a), una partícula de LDL o "colesterol malo", con el desarrollo de ictus, arteriopatía periférica, infarto agudo de miocardio y estenosis de la válvula aórtica.
En palabras del doctor Mostaza, la lipoproteína (a), elevada en aproximadamente un 20 por ciento de la población, "lleva adherida a su superficie una proteína denominada apo (a), que la convierte en una partícula mucho más aterogénica, es decir, convierte al colesterol malo en uno malísimo", penetrando en el interior de la pared de las arterias más fácilmente y produciendo un mayor daño.
Junto a otros médicos de la Sociedad Española de Arteriosclerosis y de la Sociedad Española de Medicina Interna, el especialista acaba de publicar un documento que recoge la evidencia sobre la lipoproteína (a), cuándo debe ser medida en sangre, las acciones que deben iniciarse si se encuentran valores elevados y el futuro sobre los medicamentos dirigidos a reducir su concentración.
En este sentido, asegura que su concentración en sangre viene determinada genéticamente en un 80 por ciento, por lo que "identificar a una persona con una lipoproteína (a) muy alta exige estudiar a otros miembros de la familia", añade.
MEDIR LA CONCENTRACIÓN "AL MENOS UNA VEZ EN LA VIDA"
A pesar de que cada vez existen más estudios que relacionan a la lipoproteína (a) con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, el número de personas a las que se mide su concentración es aún escaso. Tal y como apunta el facultativo, se debería medir a todas las personas "al menos una vez en la vida".
"Con una única vez es suficiente porque su concentración apenas es modificada por factores externos y se mantiene en unas cifras muy similares a lo largo de toda la vida", sostiene.
En cualquier caso, afirma, sería preciso medirla en personas que hayan desarrollado una complicación vascular a edades tempranas; aquellas que la hayan padecido sin tener una carga de otros factores de riesgo; familiares de personas con enfermedad vascular prematura; y personas que tengan familiares con lipoproteína (a) elevada.
Actualmente, existen diversos fármacos en investigación para reducir la lipoproteína (a). En ese sentido, el doctor Mostaza subraya que están participando en varios ensayos clínicos con estos medicamentos, "pero deben demostrar su utilidad antes de poder salir al mercado. Mientras tanto, en los pacientes con lipoproteína (a) elevada se pueden hacer muchas cosas".
Según el experto, se debe estimar el riesgo vascular global del paciente con ecuaciones que incorporan a la lipoproteína (a). "En función de dicho riesgo y de la intensidad de la elevación de la lipoproteína (a), hay que establecer una estrategia de tratamiento que permita reducir el riesgo atribuible a esta nueva lipoproteína", concluye.