MADRID, 3 May. (EUROPA PRESS) -
Un defecto de visión en la infancia puede prolongarse en la edad adulta si no se trata a tiempo, según ha explicado la oftalmóloga pediátrica del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO), la doctora Ana Wert.
Entre las patologías más frecuentes hasta que los niños logran la visión completa, normalmente hacia los ocho años, se encuentra la amblopía u ojo vago, que consiste en que un ojo deja de usarse por falta de estimulación visual, pero con posibilidades de recuperación cuanto antes se diagnostique.
El ojo vago tiene dos posibles causas: el estrabismo y los defectos refractivos. En cuanto al estrabismo, "cuando existe desviación ocular, para evitar ver doble, el cerebro de los niños suprime la visión de uno de los dos ojos, que se vuelve vago".
Esto no sólo limita la posibilidad de alcance de la máxima agudeza visual, sino que "impide una buena capacidad de percepción en relieve, cálculo de distancias y visión 3D".
Un defecto refractivo se da en niños con la córnea demasiado curva o el ojo demasiado largo, por lo que las imágenes se enfocan por delante de la retina, lo que se conoce como hipermetropía. Produce ojo vago porque el cerebro escoge la visión del ojo con menor defecto refractivo y suprime la del otro.
La hipermetropía puede provocar, además, cansancio visual, dolores de cabeza o rechazo a la lectura, "señales que deben ser motivo de sospecha para padres y profesores", ha especificado la especialista.
"Debido a su prevalencia entre la población infantil, 20 por ciento en el caso de los defectos refractivos y 5 por ciento en el del ojo vago y estrabismo, los programas de detección precoz tienen una importancia capital", ha afirmado la doctora Wert.
El ojo vago tiene un tratamiento sencillo, usar gafas con la graduación adecuada, a veces complementadas con un parche, que corrigen la dificultad de enfoque y su sintomatología.