MADRID, 31 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los mecanismos no genómicos de la acción de las hormonas sexuales en una variedad de diferentes tipos de células humanas, incluyendo las del cáncer de mama, abren nuevas vías de investigación para desarrollar nuevos tratamientos para esta patología, según han manifestado desde la Clínica MARGen (Granada).
Las hormonas sexuales son las que participan en la reproducción y la sexualidad en ambos géneros. Las principales hormonas sexuales femeninas son el estradiol y la progesterona y se producen en los ovarios. En los hombres, la principal es la testosterona y se produce por los testículos. Además de su función principal, las hormonas sexuales ejercen una variedad de efectos, no relacionados con el sexo, en diferentes partes del cuerpo humano.
Los mecanismos que las hormonas sexuales utilizan para regular la expresión de genes específicos en el núcleo de las células se conocen desde hace más de 50 años. Estos efectos reciben el nombre de efectos genómicos, pero también existen los no genómicos, ejercidos por las hormonas sexuales sobre la superficie de las células, sin entrar en su núcleo.
Se sabe que la pérdida de hormonas contribuye al notable aumento en la incidencia de morbilidad y mortalidad cardiovascular después de la menopausia. Lo mismo ocurre en los hombres con una baja producción de su principal hormona sexual, relacionada o no con la edad. Una eventual terapia hormonal sustituva, la administración de hormonas sexuales exógenas, disminuye los riesgos cardiovasculares en estos casos. Sin embargo, la sustitución hormonal puede aumentar el riesgo de otras enfermedades, especialmente el cáncer de mama en las mujeres y el cáncer de próstata en los hombres.
Dos estudios, uno realizado por un equipo estadounidense y publicado en la revista 'Journal of Molecular and Cellular Cardiology', y otro publicado en la revista 'Cardiovascular Research' por investigadores de Reino Unido, sugieren que la acción preventiva de las hormonas sexuales contra enfermedades cardiovasculares sería básicamente mediada por los efectos no genómicos, mientras que los reisgos asociados al tratamiento sustitutivo con estas hormonas se debe a sus efectos genómicos.
"Estos estudios marcan el paso hacía el desarrollo de fármacos que podrían permitir a las hormonas ejercer su efecto no genómico y en el mismo tiempo imposibilitar sus efectos genómicos. Sería suficiente unir químicamente las hormonas sexuales, pequeñas moléculas que penetran fácilmente dentro de las células y sus núcleos para ejercer los efectos genómicos, con macromoléculas, tales como proteínas, que impedirían este pasaje", ha indicado el director de la Clínica MARGen, Jan Tesarik, que ya había investigado en esta línea en los años 90.
"Esto sólo permitiría a estas hormonas actuar en la superficie de las células diana y ejercer efectos no genómicos. En nuestros trabajos de los años 1990 utilizábamos las hormonas unidas con la proteína albumina para obtener este efecto, pero otros tipos de macromoléculas pueden ser investigados, tomando en cuenta la estabilidad, falta de toxicidad y eficacia de los fármacos resultantes", ha agregado.
Además, el desarrollo de fármacos a base de hormonas sexuales, diseñados para resaltar sus efectos no genómicos, representan "un desafío científico y una esperanza para pacientes" con una deficiencia o ausencia total de la producción de hormonas sexuales, por ejemplo, mujeres postmenopáusicas u hombres con baja producción de testosterona.