MADRID, 23 Nov. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad Simon Fraser (Estados Unidos) han evidenciado que el distanciamiento físico es universalmente efectivo para reducir la propagación de COVID-19, mientras que las burbujas sociales y las mascarillas dependen más de la situación.
En su trabajo, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America', los investigadores desarrollaron un modelo para probar la eficacia de medidas como el distanciamiento físico, las mascarillas o las burbujas sociales cuando se utilizan en diversos entornos.
Así, introducen el concepto de "evento R", que es el número esperado de personas que se infectan con COVID-19 de un individuo en un evento. Los investigadores examinan factores como la intensidad de la transmisión, la duración de la exposición, la proximidad de los individuos y el grado de mezcla, y luego examinan qué métodos son más eficaces para prevenir la transmisión en cada circunstancia.
Los investigadores incorporaron datos de informes de brotes en una serie de eventos, como fiestas, comidas, clubes nocturnos, transporte público y restaurantes. Los investigadores dicen que las posibilidades de que un individuo se infecte con COVID-19 dependen en gran medida de la tasa de transmisión y de la duración, es decir, de la cantidad de tiempo que pase en un determinado entorno.
Los eventos se clasificaron como saturados (alta probabilidad de transmisión) o lineales (baja probabilidad de transmisión). Los ejemplos de entornos de alta transmisión incluyen bares, clubes nocturnos y lugares de trabajo superpoblados, mientras que los entornos de baja transmisión incluyen el transporte público con mascarillas, el distanciamiento en restaurantes y las actividades al aire libre.
El modelo sugiere que el distanciamiento físico fue eficaz para reducir la transmisión de COVID-19 en todos los entornos, pero la eficacia de las burbujas sociales depende de si las probabilidades de transmisión son altas o bajas.
En los entornos en los que hay mezcla y la probabilidad de transmisión es alta, como los lugares de trabajo interiores abarrotados, los bares y clubes nocturnos y las escuelas secundarias, tener burbujas sociales estrictas puede ayudar a reducir la propagación de COVID-19.
Los investigadores descubrieron que las burbujas sociales son menos eficaces en entornos de baja transmisión o en actividades donde hay mezcla, como realizar actividades al aire libre, trabajar en oficinas espaciadas o viajar en transporte público con mascarillas.
Observan que las mascarillas y otras barreras físicas pueden ser menos eficaces en entornos saturados y de alta transmisión (fiestas, coros, cocinas de restaurantes, oficinas abarrotadas, clubes nocturnos y bares) porque, aunque las mascarillas reduzcan a la mitad las tasas de transmisión, eso puede no tener mucho impacto en la probabilidad de transmisión (y así en el número de infecciones).
"Sería estupendo empezar a recopilar información de las exposiciones y los brotes: el número de asistentes, la cantidad de mezcla, los niveles de aglomeración, el nivel de ruido y la duración del evento", explica una de las líderes del estudio, Caroline Colijn, catedrática de investigación en Matemáticas para la Evolución, la Infección y la Salud Pública.