MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -
En Barcelona se encuentra unos de los centros más punteros en investigación biomédica de España, el Centro Esther Koplowitz que, en menos de 7 años, se ha convertido en referente internacional por la calidad de sus publicaciones científicas y por colaborar con las más avanzadas instituciones de investigación del mundo, algo que según explican desde el centro es gracias a su innovación tecnológica de vanguardia y sobre todo a la calidad de los profesionales que allí trabajan que en estos momentos desarrollan más de 40 grandes investigaciones.
Inaugurado el 4 de octubre de 2010, se ha convertido en el ejemplo de la colaboración público-privada en el campo de la investigación clínica y traslacional y todo gracias al compromiso de la Fundación Esther Koplowitz y su inversión de 16 millones de euros. "Lo que hizo Esther Koplowitz fue una cosa muy importante, construyó un centro de investigación, fue una donación muy significativa, y ha hecho mucho por la investigación del Hospital Clínic", explica a Europa Press el doctor Vicente Arroyo, quien fuera director del centro en sus inicios.
Gracias a esa donación, que recuerdan se realiza por el interés de Esther Koplowitz en la lucha contra las enfermedades mediante el fomento de la investigación científica de patologías presentes en el entorno, "el Hospital Clínic es de los hospitales europeos mejor dotados en relación a espacio e infraestructura de investigación, y esto no ha costado al contribuyente ni un euro". Y lo que es más importante, ha podido convertirse en uno de los centros más competitivos a nivel europeo.
El centro, en el que ya se han generado más de 500 artículos científicos en prestigiosas revistas internacionales, acoge a cerca de 400 investigadores del Hospital Clínic de Barcelona, la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que unen sus esfuerzos en el marco del Institut d'Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS), y el Instituto de Salud Global (IsGlobal).
La idea de construir un centro surgió de unas "necesidades tremendas" de espacio para investigación que tenía el Hospital Clínico, no hay que olvidar que, desde el punto de vista científico, su labor investigadora es uno de los más productivos de España". Aunque puede pensarse que es una exageración, "antes la investigación se hacía en condiciones pésimas", explica.
"Se investigaba donde se podía (...). Antes del Centro Esther Koplowitz debía haber 16 investigadores por metro cuadrado, eso es el síndrome de la silla caliente, lo que quiere decir que uno trabajaba en un experimento mientras otro esperaba que le tocase. Con la apertura de este centro esto cambio radicalmente", afirma.
Para Ramón Gomis, director del IDIBAPS, la posibilidad de un centro como el CEK "ha permitido incorporar gente con mucho talento". A su juicio, "ha supuesto un salto cualitativo en la calidad de la investigación que se hace en el campus donde está el Hospital Clinic y que coordina el IDIBAPS".
UNA COLABORACIÓN "ABSOLUTAMENTE NECESARIA"
Este centro nace de la necesidad de seguir investigando y, fundamentalmente, de hacerlo en buenas condiciones. Los médicos del Hospital Clínic, a través de la Fundación Clínic, compraron un solar próximo al hospital para construir un centro de investigación, pero les faltaba el dinero. En su búsqueda de un mecenas dieron con Esther Koplowitz, "a la que le gustó mucho el proyecto, aunque en ese momento no tenía ninguna experiencia en investigación", explica Arroyo.
"En España hay poco apoyo privado", se lamenta Arroyo poniendo más aún en valor está donación y, recordando, que la investigación necesita inversión privada, pero sobre todo pública. "Se ha avanzado mucho, pero estamos muy por debajo del nivel de otros países, del porcentaje de inversión de PIB que dedican a investigación. Si hay dinero, hay centros y los centros forman a investigadores la sociedad en general se vuelve más competitiva desde el punto de vista científico", añade.
En el mismo sentido, Gomis afirma que "la colaboración público privada en investigación es absolutamente necesaria, en parte porque significa un salto cualitativo en lo que se está haciendo". "El Estado tiene unas responsabilidades a través de sus instituciones pero tiene sus limitaciones y el hecho de que haya una colaboración público-privada a través de colaboraciones, como en el caso de Esther Koplowitz, permite hacer saltos cualitativos que es probable que sin unas instalaciones de este tipo nosotros no habríamos podido realizar", advierte.
¿QUÉ SE INVESTIGA?
Se trata de un centro orientado a investigar enfermedades. Sus trabajos son de investigación traslacional y clínica con seis líneas principales de investigación: oncología, diabetes y trastornos metabólicos, enfermedades digestivas; infecciones bacterianas y procesos infecciosos; inmunología y enfermedades autoinmunes, y riesgo cardiovascular
En los más de 14.000 metros cuadrados de que dispone el Centro Esther Koplowitz y en los que se alberga la tecnología más puntera, trabajan 19 equipos de acreditados investigadores con más de 300 investigadores con dedicación exclusiva, y, según explica Gomis, "se están gestionando en proyectos unos 20 millones de euros cada años".
Hay dos áreas de investigación por planta con capacidad para 30 investigadores cada una. Dispone de un biobanco propio y de plataformas científicas en las plantas subterráneas de las que se sirven todos los científicos, explica el director del IDIBAPS, quien recuerda que "aquí no se hace una investigación básica como se haría desde la universidad, aquí hacemos una investigación aplicada a dar respuesta a los problemas de salud de las personas".
Gracias al trabajo que aquí se realiza una potente investigación oncológico, entre sus objetivos claros se encuentra un trabajo "muy importante" en diabetes, enfocado al desarrollo de la diabetes tipo uno, la más común en niños, y también se está estudiando la obesidad y dietes en mayores.
Otra de las investigaciones más destacas es el desarrollo de la vacuna candidata más prometedora frente a la malaria que ha demostrado evidencias de protección, en cual los investigadores del IsGlobal que trabajan desde el CEK "han tenido una parte importante" en su desarrollo. Desde el centro también hay una parte importante que trabaja en resistencias antibacterianas, con la búsqueda de nuevos antibióticos y nuevos abordajes; además hay pequeñas investigaciones en chagas, la leishmania y VIH.
Lo cuenta a Europa Press el director general del IsGlobal, Antoni Plasència, quien recuerda que, aunque su trabajo se dedica a la salud global, "a estudiar programas de salud que afectan al conjunto del plantea pero especialmente a las poblaciones más desfavorables", el centro les brinda la oportunidad de colaborar con todo el conjunto.
"Esto quiere decir no solamente poner en conjunto las oportunidades sino también las capacidades", explica añadiendo un proverbio africano que dice que 'si quieres ir rápido ve solo, si quieres ir lejos ve junto con otros'. "Ese es el espíritu también de nuestra presencia en el CES", concluye.
Además del impulso a la investigación médica que supuso la creación del Centro Esther Koplowitz, la Fundación Esther Koplowitz ha realizado diversas aportaciones como la donación del Robot Da Vinci al Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
No obstante, las actividades y colaboraciones que desarrolla la Fundación, directamente o con otras asociaciones, son numerosas y están encaminadas a paliar las necesidades de los más desfavorecidos de la sociedad. Sus iniciativas más significativas se desarrollan a favor de los ancianos sin recursos y las personas que padecen algún tipo de discapacidad física o psíquica, mayores de edad y cuyas familias carecen de los medios necesarios para atenderles.