El Hospital La Colina pone en marcha una unidad para el estudio de esta patología
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 10 Dic. (EUROPA PRESS) -
Canarias cuenta con unas 40.000 personas afectadas por apnea del sueño, pero sólo 4.000 están en tratamiento, y si se tiene en cuenta la relación de esta enfermedad con la obesidad y que el archipiélago es la región española con mayor prevalencia, es posible que en las islas el número de personas sin diagnosticar sea incluso superior.
Así lo ha indicado la doctora Purificación Ramírez, neumóloga del Hospital La Colina de Tenerife, quien ha precisado que cuando una persona se pasa la noche luchando por respirar, se levanta cansada, sufre cefaleas y cansancio crónico, pero además, tiene más probabilidades de sufrir un infarto cardiaco o cerebral, de ahí la importancia de diagnosticar las apneas o trastornos del sueño, una patología cuya prevalencia real se desconoce pero que se estima en torno al 4 por ciento.
Para llevar a cabo las pruebas necesarias que permiten confirmar o descartar la presencia de esta patología, el Hospital La Colina, perteneciente al Grupo Hospitalario Quirón, ha puesto en marcha una unidad del sueño en la que se realizan poligrafías y polisomnografías. La primera incluye el registro del flujo de aire, la saturación de oxígeno, la frecuencia cardiaca, los ronquidos y los movimientos torácicos y abdominales; mientras que la segunda, además de éstos, permite el estudio de las ondas cerebrales y de los movimientos de las piernas durante el sueño.
La responsable de la Unidad del Sueño de La Colina, la doctora Purificación Ramírez, ha explicado que una persona hace una apnea porque se colapsa su vía aérea, lo que impide la respiración y, por lo tanto, la entrada de oxígeno. Cuando el cerebro detecta este problema provoca un pequeño despertar (consciente o no), lo que produce a su vez una descarga de adrenalina que genera estrés cardíaco.
"A la larga, esta situación ocasiona hipertensión arterial, así como la nicturia, es decir, la necesidad de orinar muchas veces durante la noche. Además, al imposibilitar que el sueño sea reparador, provoca una excesiva somnolencia diurna, multiplica las probabilidades de tener depresión e, incluso se puede llegar a confundir con una demencia; ya que si el cerebro no descansa por la noche, no funciona adecuadamente", indicó la neumóloga.
La doctora Ramírez ha apuntado que esta patología es un factor de riesgo cardiovascular y entre sus consecuencias más importantes está el mayor riesgo de sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (ACV), así como excesiva somnolencia diurna, lo que puede dar lugar a accidentes de tráfico por quedarse dormido al volante.
ESTUDIOS A ENFERMOS
Los especialistas recomiendan este tipo de estudios a personas que durante la noche roncan y tienen pausas de apnea, es decir, dejan de respirar; también a aquellos que se despiertan con falta de aire o que van mucho al baño por las noches (nicturia). También vienen remitidos desde las consultas Nefrología por hipertensión arterial que no responde a tratamiento o desde el neurólogo en el estudio de algunas cefaleas.
La neumóloga ha hecho hincapié en que el ronquido no es un problema en sí mismo, pues lo importante son las pausas de apneas. "Lo habitual es que la persona que lo padece no sea consciente de ello, sólo nota el cansancio al día siguiente y su facilidad para quedarse dormido durante el día; por ello lo más común es que alguien cercano le llame la atención sobre esas pausas en la respiración que tiene mientras duerme", comenta.
La doctora Ramírez señala que la excesiva somnolencia diurna puede tener otras causas de tipo neurológico como el síndrome de las piernas inquietas y los movimientos periódicos de las piernas (sensación de hormigueo o calambre que impiden que se pueda dejar de mover las piernas), así como la narcolepsia y los insomnios.
TRATAMIENTO
La especialista ha destacado que todo el mundo tiene apneas durante la noche, pero advierte que el problema no es tenerlas o no, sino cuántas se tienen. Así, ha precisado que los casos severos son aquellos en que se producen más de 30 apneas en una hora y, por su puesto, requieren un tratamiento específico. Lo primero es tener una buena higiene del sueño, es decir, hay que ser ordenado a la hora de acostarse, evitar las cenas copiosas, el alcohol y la medicación sedante.
Dormir de lado es mejor que boca arriba porque esta postura dificulta la respiración. Además, como la mayor parte de los pacientes son obesos, una de las primeras y más importante indicaciones que hacen los especialistas es perder peso. "El peso y el pulmón no se llevan nada bien", subraya la doctora.
En los casos más severos el tratamiento consiste en utilizar una máquina denominada CPAP, un aparato que se enchufa a la red eléctrica con un tubo de plástico que se conecta a una mascarilla que, normalmente, sólo cubre la nariz. Este dispositivo aplica una presión positiva de aire en el interior de las vías respiratorias que las mantiene abiertas para permitir que el paciente tenga una respiración normal mientras duerme. De esta forma pueden recuperar la arquitectura del sueño y con ello mejorar su calidad de vida.