SEVILLA 18 Jul. (EUROPA PRESS) -
Especialistas en Pediatría del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud Sevilla avisan de que los bebés son "especialmente vulnerables" a los efectos del calor extremo, teniendo en cuenta que durante el verano, la protección y la prevención de la salud toman mayor importancia por las consecuencias que acarrean las altas temperaturas. En este sentido, alertan de la importancia de identificar los síntomas de deshidratación en lactantes, una condición que "puede agravarse rápidamente y poner en riesgo su salud".
Para entender por qué se debe prestar especial atención a los bebés en verano, la especialista en pediatría del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud Sevilla la doctora María José Lirola explica en la nota de prensa proporcionada por el propio centro, que "los lactantes son más susceptibles a la deshidratación que los niños mayores y adultos".
Asimismo, defiende que como los bebes tienen un mayor porcentaje de agua corporal total --hasta el 80% en neonatos, frente al 60% en adultos--, pierden líquido "con mayor facilidad"; un mayor metabolismo basal y unas pérdidas insensibles a través de la piel y la respiración más elevadas; sus riñones tienen menor capacidad de concentrar la orina, lo que dificulta la conservación de agua; y tienen una completa dependencia del cuidador para ingerir líquidos".
La deshidratación en el lactante "es más difícil de detectar precozmente", progresa más rápidamente y puede tener consecuencias más graves si no se trata de forma oportuna. Para ello, es fundamental atender a los síntomas tempranos y, en especial, a la orina. "Uno de los aspectos fundamentales es comprobar la frecuencia y el color de la orina del bebé, por lo que debería ponernos en alerta que el bebé moje menos de seis pañales al día", concreta la doctora Lirola.
A esto, se añaden otros signos de alerta, como pueden ser, mucosas secas (labios y boca), irritabilidad o somnolencia anormal, lágrimas ausentes al llorar o disminución del apetito o succión débil. Siendo así que una de las principales dudas que asaltan a los padres en estos casos es saber identificar si el bebé tiene hambre o sed, o está deshidratándose. En este caso, la doctora Lirola subraya que "siempre lo primordial es observar el comportamiento del bebé".
"Cuando lo que tiene es hambre o sed, observamos movimientos de búsqueda, succión vigorosa y el llanto se calma tras la alimentación, pero si observamos los signos físicos señalados anteriormente, podríamos estar ante un cuadro de deshidratación", añade.
En caso de sospecha de deshidratación, los padres pueden cometer ciertos errores que pueden agravar la situación. Algunos de los más frecuentes son: ofrecer bebidas no adecuadas -- como zumos, refrescos, infusiones, leche diluida--; suspender la lactancia o fórmula sin indicación médica; administrar suero oral inadecuadamente -- en volúmenes excesivos, muy espaciados o insuficientes--; intentar forzar líquidos por vía oral en bebés con vómitos persistentes o retrasar la consulta médica esperando mejoría espontánea.
POSIBLES SÍNTOMAS Y ACTUACIONES
En razón de la complejidad del asunto y del riesgo, los especialistas han recomendado que, ante cualquier duda, especialmente en menores de seis meses, se haga una valoración urgente, aunque, la doctora Lirola ha concretado los síntomas asociados a una deshidratación grave por los que se debe acudir siempre a urgencias, entre los que se encuentran, menos de tres pañales mojados en 24 horas, fontanela hundida, irritabilidad o letargo extremos, piel fría o moteada y ojos muy hundidos.
Para ello, el servicio de Pediatría del Hospital Materno-Infantil Quirónsalud Sevilla recomienda mantener la lactancia materna, ofrecer líquidos frecuentes durante enfermedades febriles o cuadros diarreicos, usar soluciones de rehidratación oral al inicio de una gastroenteritis y vigilar la frecuencia y color de la orina, entre otras.