MADRID, 15 Feb. (EUROPA PRESS) -
Uno de los principales problemas en el espacio es la radiación espacial y los efectos que puede tener en la salud de los astronautas durante los viajes largos. Un nuevo estudio publicado en la revista 'Frontiers in Cardiovascular Medicine' analiza lo que sabemos sobre las formas en que la radiación espacial puede afectar negativamente a la salud cardiovascular y analiza los métodos para proteger a los astronautas. Entre ellos se encuentran los fármacos radioprotectores y los tratamientos antioxidantes, algunos de los cuales son más comunes de lo que se cree.
El espacio es increíblemente inhóspito. Fuera de la órbita terrestre baja, los astronautas son bombardeados con radiación, incluidos los rayos cósmicos galácticos y las "tormentas de protones" liberadas por el sol. Esta radiación es perjudicial para el cuerpo humano, ya que daña las proteínas y el ADN, y es una de las principales razones por las que todavía no hemos podido enviar a nadie a Marte, o más allá.
Estas cuestiones inspiraron al doctor Jesper Hjortnaes, del Centro Médico de la Universidad de Leiden (Países Bajos), a investigar lo que sabemos sobre los efectos nocivos de la radiación espacial. "Si queremos que el ser humano realice viajes espaciales de larga distancia, tenemos que entender el impacto de las enfermedades inducidas por el espacio y cómo proteger nuestros cuerpos de ellas", señala el científico. Sin embargo, Hjortnaes se interesa por un aspecto concreto de la radiación espacial: sus efectos cardiovasculares.
Además de las enfermedades que solemos asociar a la radiación, como el cáncer, también puede tener graves efectos en el sistema cardiovascular. Sufrir una enfermedad cardiovascular sería catastrófico para los miembros de la tripulación en misiones espaciales de larga duración, por lo que es importante identificar cuáles son los riesgos y cómo reducirlos.
Hjortnaes y sus colegas revisaron las pruebas para establecer lo que sabemos sobre los riesgos cardiovasculares de la radiación espacial. Gran parte de lo que sabemos procede del estudio de personas que han recibido radioterapia para el cáncer, donde las enfermedades cardiovasculares son un efecto secundario habitual, o de estudios con ratones sobre la exposición a la radiación.
La radiación puede provocar una remodelación miocárdica, en la que la estructura del corazón empieza a cambiar y crece un tejido duro y fibroso que sustituye al músculo sano, lo que puede provocar una insuficiencia cardíaca. Otros efectos son la aterosclerosis en los vasos sanguíneos, que puede provocar un accidente cerebrovascular o un ataque cardíaco. La radiación ejerce sus efectos provocando inflamación, estrés oxidativo, muerte celular y daños en el ADN.
Los investigadores también han estudiado posibles formas de proteger a los astronautas. Entre ellas se encuentran los fármacos que un astronauta podría tomar para protegerse de la radiación espacial y los antioxidantes. Curiosamente, una dieta antioxidante, que incluya productos lácteos, verduras verdes como las espinacas y suplementos antioxidantes como la vitamina C, tiene potencial para proteger a los astronautas de las moléculas reactivas de oxígeno dañinas producidas durante la exposición a la radiación.
En general, la revisión reveló que, hasta ahora, la investigación sólo ha arañado la superficie de la radiación espacial y los mejores métodos para proteger a los astronautas de ella. Hay pocas pruebas concluyentes sobre las enfermedades cardiovasculares inducidas por la radiación en los propios astronautas, ya que muy pocos de ellos han ido más allá de la órbita terrestre baja, y los estudios con ratones no son una coincidencia exacta con los humanos.
Estos problemas llevaron a Hjortnaes y sus colegas, que desarrollan tejido cardíaco humano en el laboratorio, a concluir que necesitamos más investigación sobre estos temas, y nuevos métodos de investigación, como las tecnologías de pruebas de órganos en un chip.
"Necesitamos desarrollar plataformas de tejido humano, como los sistemas de corazón en un chip, que puedan simular una enfermedad humana real, fuera del cuerpo humano, para desentrañar los mecanismos en juego en las enfermedades cardiovasculares inducidas por la radiación espacial", concluye Hjortnaes.