Los ancianos son tan vulnerables como los niños a las radiaciones ultravioletas, según la SEMEG

EP
Actualizado: jueves, 8 julio 2010 15:06

Antes de cualquier desplazamiento en vacaciones, los mayores deben acudir a su médico ante posibles variaciones en su medicación.

MADRID, 8 Jul. (EUROPA PRESS) -

El envejecimiento favorece la mayor fragilidad de la piel, lo que hace que los ancianos sean tan vulnerables como los niños a la radiación ultravioleta, según ha informado este jueves la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG), quien aconseja en estos casos el uso de cremas de alta protección y evitar la exposición solar en las horas centrales del día.

Uno de estos procesos es la dermoporosis que, de igual forma que sucede con el hueso (osteoporosis) o en el músculo (sarcopenia), "conduce a una serie de cambios en la epidermis y la dermis por el cual la piel va perdiendo consistencia, y se hace más frágil y susceptible al daño de agentes externos, entre ellos, la radiación ultravioleta", explica el doctor Leocadio Rodríguez Mañas, portavoz de la SEMEG y jefe del servicio de Geriatría del Hospital de Getafe (Madrid).

Este fenómeno se produce en todas las personas de edad avanzada y, en algunos, la coexistencia con otros factores de riesgo, como el consumo de determinados medicamentos o ciertas enfermedades como la diabetes, hace que se aumente las probabilidades de padecerlo.

Entre las principales consecuencias de la misma cabe destacar el adelgazamiento de la piel, su pérdida de elasticidad y su menor capacidad para ejercer de barrera frente a la infección, "lo que se traduce en una mayor facilidad para sufrir lesiones por agentes químicos y físicos y una menor capacidad para proteger tejidos subyacentes", explica Rodríguez Mañas.

Por ello, se aconseja además no tomar el sol durante más de 30 minutos seguidos y practicar el ejercicio saludable (andar, nadar, montar en bicicleta) en los momentos del día menos calurosos, es decir en las primeras horas de la mañana y al caer el sol. Sin embargo, estos consejos, como reconoce Rodríguez-Mañas, "no se suelen seguir ya que los mayores no tienen costumbre, especialmente los varones, de proteger su piel de la agresión solar".

PROTEGERSE FRENTE A LA DESHIDRATACIÓN

Por otra parte, alertan del aumento en los meses de verano de los casos de deshidratación entre la gente mayor, llegándose a registrar una de cada cinco visitas al hospital. Detrás de esta alteración se encuentra nuevamente el mismo proceso de envejecimiento.

"A diferencia de lo que sucede en los jóvenes que están protegidos frente a la deshidratación por la sensación de sed que experimentan y que actúa como una especie de alarma que indica que se debe beber agua, en los mayores esta señal aparece de forma más tardía, e incluso puede no aparecer. Al no experimentar esta sensación no se bebe de forma regular, lo que les hace más proclives a desarrollar una deshidratación", añade.

SEMEG recomienda aumentar en medio litro más del normal el consumo de líquidos en los mayores sanos, y poner especial atención en los grupos de riesgo como son los mayores con infección, los tratados con diuréticos o aquellos con dificultad para moverse, en los que la deshidratación puede agudizar su enfermedad.

Respecto a los síntomas que pueden alertar de la presencia de este proceso y frente a los que hay que prestar especial atención, destaca "el descenso en la actividad, boca seca, la inestabilidad y caídas, el síndrome de inmovilidad incipiente, episodios de agitación y trastornos de la conducta, fundamentalmente".

Finalmente, aconseja que previamente a cualquier desplazamiento, el mayor acuda al médico por si se tiene que hacer un ajuste de su medicación y asegurarse de que lleva recetas que precise para su desplazamiento.