MADRID, 22 Ago. (EDIZIONES) -
A pesar de los grandes avances en obstetricia y neonatología, la muerte perinatal es un hecho que lamentablemente sigue produciéndose ocasionalmente en nuestros días. No se puede negar el impacto que tiene la muerte de un ser querido. Sin embargo, cuando se trata de una muerte perinatal o neonatal, se tiende a infravalorar e incluso a negar el proceso de duelo ligado a dichas muertes.
En una entrevista con Infosalus, la psicóloga clínica del Hospital Universitario La Paz de Madrid Blanca Amador avisa de que la pérdida de alguien que está a punto de nacer, o al poco de nacer, tiene un potencial traumático para la persona que lo sufre. “Supone sustituir un momento de celebración por un funeral, la experiencia de vida por la de la muerte. Se crea una disonancia cognitiva y emocional tan inesperada que puede ser traumática. Además, se da la paradoja de tener la baja maternal sin tener un hijo al que cuidar”, señala la especialista.
En su opinión, se trata de una experiencia muy difícil para la mujer, ya que la pérdida de un hijo siempre lo es, una situación en la que son frecuentes los sentimientos infundados de culpa, la rumiación sobre lo que se podía haber hecho para evitarlo, o el sentimiento de insuficiencia como mujer al no haber sido capaz de evitarlo. “En estos casos, a veces las mujeres tienen reacciones emocionales que pueden avergonzarles, como sentir envidia por otras mujeres con bebés, que son absolutamente lógicas, frecuentes y comprensibles”, precisa.
“En este momento en el que hay tanta potencia del diagnóstico prenatal y tanto conocimiento de la medicina se piensa que todo podría ser evitable, o tener un tratamiento, y cuesta mucho aceptar esto, que hay cosas que son inevitables; aunque todos podemos tener en nuestra vida muertes inesperadas o traumáticas, nunca pensamos que nos va a ocurrir, y por ello hay dificultad para aceptarlos”, subraya.
Por otro lado, indica que en el duelo, no solo en el perinatal, se transcurre por un proceso que es normal y que, además, a veces dura mucho tiempo. “En el caso perinatal, hay reacciones de duelo a lo largo de un año y algunas mujeres, hasta el 25%, pueden tener síntomas de duelo aun después del año”, precisa la psicóloga clínica.
CONSEJOS PARA SUPERARLO
Así, describe que el proceso del duelo perinatal es similar a otros, aunque se diferencia en que se trata de un hecho inesperado, lo que aumenta su potencial traumático. Según aconseja, lo primero que hay que hacer para superarlo es intentar aceptar la realidad, lo que ha sucedido. Después, resalta que hay que reconocer lo que se siente tras esa pérdida, y cómo se va transformando ese sentimiento en nosotros.
“Al principio se puede producir una reacción de shock, de sorpresa, de incredulidad, que se puede ir transformando en gran tristeza, en rabia, pueden ir apareciendo muchas emociones distintas que transformarán el significado de la pérdida. Hay que ser consciente de lo que estas emociones y esta pérdida significan para la persona, y también de lo que va a suponer vivir en el mundo sin esa persona, sin eso que tanto deseábamos que formara parte de nuestra vida. Poder recordar esto con afecto es difícil, pero se puede recordar con afecto el embarazo”, señala.
Asimismo, Amador indica que el proceso de duelo está presente en varias esferas de la vida de la persona, y también se traduce en reacciones fisiológicas. Así, dice que puede aparecer cansancio, inquietud, insomnio o alteración de funciones cognitivas, como la capacidad de concentración o de la memoria, alteraciones en la conducta, se tiende a veces al aislamiento y a no querer estar con personas que tienen hijos.
A veces, sin mala intención, lamenta que se digan cosas inapropiadas a modo de consuelo, como que dentro de poco se podrá tener otro hijo, o que si es así será por algo, que es mejor así, o que no debería afectar porque no se le conocía, entre otros comentarios.
Es más, la psicóloga clínica del Hospital de La Paz sugiere que “lo mejor que se puede hacer por estas mujeres es validar y reconocer sus sentimientos, estar ahí, hacerles ver que su dolor es normal, hay que escucharlas y acompañarlas, sin tratar de evitarlo”. “Muchas veces estar ahí, conectados emocionalmente, es la mejor y más eficaz de las ayudas”, subraya la especialista.
A su vez, Blanca Amador advierte de que la ayuda de un psicólogo puede ser necesaria para superar y sobrellevar ese duelo o ante un nuevo embarazo en estos casos, si bien resalta el poder de resilencia del ser humano para afrontar, con recursos propios, situaciones muy difíciles. “Pero un nuevo embarazo requiere esperar un tiempo, alrededor de un año, para que el duelo se haya elaborado de alguna manera”, subraya.
También destaca la importancia de que los profesionales informen y acompañen de la manera “más clara, empática y honesta” para que las personas sean capaces de tomar decisiones de manera autónoma, sin sentirse juzgados. “Su obligación como profesional es respetar esas decisiones y apoyarlas”, recuerda.
EL CASO DE LA PAREJA
Por otro lado, Amador ve importante recordar el papel de las parejas que también afrontan una pérdida, y además son el apoyo fundamental de la mujer. En este sentido, desde el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid (CODEM) llaman la atención sobre el hecho de que, aunque en la mayoria de las ocasiones la repercusion de la perdida perinatal coloca a la madre como la mas afectada, el duelo de otros miembros de la familia merece igual consideracion, como es el caso de los padres.
“Madres y padres desarrollan un apego diferente. El apego materno puede aparecer mucho antes de confirmarse el embarazo, mientras que el apego paterno es mas intelectual, que emocional o fisico. Estar presente en la ecografía, le vincula realmente con el hijo que espera”, indica.
De hecho, señalan que cuando ha sucedido la pérdida, el padre se pregunta por el motivo de lo ocurrido, cómo consolar a su pareja y si podrán tener otro hijo en el futuro. Su reacción viene dictada por las responsabilidades que debe asumir. Se espera que apoye a la madre física y emocionalmente, al tiempo que es quien debe informar de lo sucedido de la noticia a familiares y amigos y preparar el entierro del bebé.