MADRID 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
El pasado años se llevaron a cabo un total de 77 trasplantes hepáticos pediátricos en los cuatro hospitales españoles donde se practica esta intervención, que tiene en la actualidad una tasa de supervivencia de entre el 90 y el 95 por ciento, según ha informado la doctora Mónica Rodríguez Salas, miembro de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, que participa en una mesa dedicada al trasplante hepático pediátrico en el 70 Congreso de la AEP.
Es así gracias a las investigaciones realizadas para conseguir "mejores técnicas quirúrgicas e inmunosupresión, lo que ofrece una calidad de vida similar a la de los individuos no trasplantados", afirma. Es necesario llevar a cabo esta terapia "en aquellas hepatopatías agudas o crónicas en las que las terapias convencionales han fracasado o no existe otro tratamiento paliativo. Y consiste en sustituir el hígado afectado por un hígado o parte del mismo obtenido a través de la donación", aclara Rodríguez Salas.
"Existen varios tipos de donación, según de donde provenga el hígado: la de cadáver, procedentes de personas que han aceptado el proceso de donar sus órganos para quienes lo necesiten; o un familiar directo vivo, mayor de edad, que sea compatible y acepte libremente la donación", añade.
La principal ventaja de realizar el trasplante hepático con un donante vivo es evitar un periodo largo en la lista de espera, así como poder programar el día del trasplante. En cuanto a los resultados de la intervención, Rodríguez Salas asegura que no existe diferencia entre ambas opciones. Por contra, sí hay una desventaja hacia el donante vivo, que es que "el donante se somete a una cirugía en la que pueden presentarse complicaciones, aunque tiene bajo riesgo de mortalidad".
"Actualmente, el trasplante con donación de cadáver es mayoritario gracias a las altas tasas de donación cadáver que hay en nuestro país. No obstante, se ofrece la donación en vivo como vía paralela, si es necesaria", apunta la especialista del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
De cara al futuro, Rodríguez Salas considera que entre los retos más importante se encuentra investigar dianas terapéuticas más conservadoras para las enfermedades hepáticas congénitas, con el objetivo de que sea posible retrasar todo lo posible el trasplante. "En esta línea, han surgido en los últimos cinco años medicamentos denominados inhibidores del transportador ileal del ácido biliar, que pueden retrasar la progresión de la enfermedad en diferentes colestasis genéticas. Resulta muy prometedor, aunque los resultados todavía deben refrendarse en cohortes amplias de individuos", concluye.