MADRID 19 Ago. (EUROPA PRESS) -
El grupo de investigación del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), coordinado por el profesor Francesc Villarroya, director del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona, ha recibido el premio a la mejor comunicación en el área 'Experimental Medicine and Physiology' en un estudio sobre la grasa parda, en el marco del XI Congreso Internacional de Obesidad, celebrado en Estocolmo (Suecia) el pasado julio.
El simposio, que reúne cada cuatro años a expertos endocrinólogos de todo el mundo para analizar los avances y estudios desarrollados en la lucha contra la epidemia de la obesidad, y que ha valorado el 'poster' sobre la hormona 'FGF21' y ha sido reconocido con uno de los cinco premios que el simposio concede a las mejores comunicaciones, tras ser seleccionado entre más de 1.200 trabajos de investigación de todo el mundo.
El estudio recoge el funcionamiento y posibilidades de esta nueva hormona liberada por el hígado en respuesta a los lípidos de la dieta, que reduce los niveles de glucosa y actúa directamente sobre la grasa parda, produciendo calor y quemando el tejido adiposo. El hallazgo, probado en roedores neonatos, abre la puerta a nuevas dianas terapéuticas para combatir la obesidad en humanos.
"A nivel de estudios con humanos, uno de los mayores retos científicos del futuro será estudiar cómo funciona este sistema en pacientes obesos o diabéticos. Curiosamente, todo indica que los pacientes obesos tienen más cantidad de 'FGF21', y eso apunta a que hay un problema de factores de resistencia", sostiene Villarroya.
El estudio, recogido en el número de marzo de la revista 'Cell Metabolism' y apoyado por otras investigaciones europeas publicadas recientemente en 'The New England Journal of Medicine', apunta a que la grasa parda puede detectarse exponiendo a las personas al frío, reduciendo su temperatura corporal y permitiendo así activarla y quemar calorías mucho más rápidamente que la grasa regular.
"Cuando los participantes en este tipo de estudios se encontraban en la sala a 22 grados, la grasa parda no se podía apreciar, pero sí se manifestaba al exponerlos a temperaturas más bajas", comenta Villarroya.