MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -
Dos nuevos test desarrollados por la doctora Luisa María Villar, jefa de la Sección de Inmunoquímica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, permiten detectar precozmente la esclerosis múltiple (EM) y predecir qué pacientes desarrollarán las formas más graves de esta enfermedad, pudiendo optar así por el mejor tratamiento.
Villar ha impartido este jueves en el Ramón y Cajal el curso teórico-práctico 'Biomarcadores en líquido cefalorraquídeo', en el que junto al neurólogo Carlos Álvarez Cermeño, coordinador de la Unidad de EM de este hospital, han explicado estas nuevas técnicas a 65 expertos de varios hospitales nacionales.
Una de estas pruebas es el test de bandas oligoclonales de Inmonoglobulinas G (IgG) en el líquido cefalorraquídeo, que permite identificar a los pacientes con los primeros síntomas de EM que pueden llegar a desarrollar esta enfermedad. De este test existía una versión previa, incluso comercializada, que Villar ha perfeccionado para hacerla más sensible y así más fiable en sus resultados.
"Existían bandas oligoclonales de IgG para el diagnóstico temprano de la EM, pero eran de baja sensibilidad, lo que hacía que esta prueba requiriese laboratorios muy especializados y provocaba que los resultados fueran diferentes en función de quién la practicaba", ha explicado esta experta a Europa Press.
"Ahora este test es más sensible y permite un diagnóstico temprano más fiable, lo que significa que se puede frenar el avance de la discapacidad en estos pacientes, que suelen ser jóvenes con muchos años de enfermedad por delante", dice.
"Es importante frenar cuanto antes la neurodegeneración, porque no existe tratamiento para revertir este daño y hay que tratarlo con las nuevas terapias en las primeras etapas, cuando aún el paciente no sufre ningún déficit", añade.
La segunda prueba, creada íntegramente por la doctora Villar, es el test de bandas oligoclonales de inmonuglobulina M (IgM). Permite averiguar, en pacientes con los primeros síntomas de EM, cuáles presentan un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad en sus formas más graves. Así los especialistas puedan optar, en estos casos, por tratamientos más precoces o más fuertes.
Según explica la experta, la inmonuglobulina M es una proteína difícil de manipular en el laboratorio. Para facilitar su estudio, se le ocurrió "descomponerla en subunidades más manejables sin alterar sus características", un trabajo que inició en el Instituto de Neurología de Londres y que concluyó en el Ramón y Cajal, donde probó con éxito este método en sus pacientes. "Esto nos permitió identificar a estos pacientes y poder tratarlos mejor", concluye.