MADRID 30 Dic. (EUROPA PRESS) -
La telemedicina no reduce el riesgo de mortalidad en las unidades de cuidados intensivos, según sugiere un estudio del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston (Estados Unidos) que se publica en la revista 'Journal of the American Medical Association' (JAMA). La investigación mostró que la gestión remota de los pacientes de las unidades de cuidados intensivos (UCI) no se asoció con una mejora global en el riesgo de mortalidad o la duración de la estancia en estas unidades o en el hospital.
Los expertos recomiendan que los especialistas de cuidados intensivos atiendan a los pacientes in situ debido a una menor tasa asociada de enfermedad y muerte, sin embargo, el bajo número de estos profesionales ha llevado al uso de la telemedicina para gestionar de forma remota y simultánea a pacientes de varias UCI.
Los investigadores, dirigidos por Eric J. Thomas, evaluaron el efecto de una intervención de telemedicina en la UCI sobre mortalidad, complicaciones y duración de la permanencia en 6 UCI de 5 hospitales de un extenso sistema de salud estadounidense al medir los resultados antes y después de la implantación de la telemedicina.
En el estudio participaron 2.034 pacientes en el periodo de preintervención y 2.108 tras la implantación de la telemedicina. Casi dos terceras partes de los pacientes en este segundo grupo tenían médicos que eligieron delegar mínimamente en la telemedicina, en los que se utilizaba este método sólo en aquellos en situaciones que amenazaban su vida. Los especialistas delegaron el tratamiento completo a la telemedicina en 655 pacientes, un 31,1 por ciento del total.
El método de telemedicina incluía una oficina remota equipada con un control audiovisual y un sistema informático que proporcionaba los signos vitales en tiempo real con tendencias gráficas; conexiones audiovisuales con las habitaciones de los pacientes; señales de alarma tempranas sobre anomalías en el estado del pacientes; y acceso a estudios de imágenes y registros de los fármacos administrados. Los médico asistidos por la telemedicina realizaban rondas basadas en evaluaciones subjetivas de gravedad de la enfermedad.
Los investigadores descubrieron que las tasas de mortalidad hospitalaria observadas eran del 12 por ciento en el periodo anterior a la intervención y del 9,9 por ciento tras la implantación de la telemedicina. Tras realizar ajustes según la gravedad de la enfermedad, no se encontraron diferencias significativas asociadas con la telemedicina en la mortalidad. Las tasas de mortalidad en las UCI eran del 9,2 por ciento en el periodo anterior a la intervención y del 7,8 por ciento tras ella y la diferencia no fue significativa tras los ajustes por gravedad.
La media hospitalaria de permanencia entre los pacientes que sobrevivieron tras su baja hospitalaria fue de 9,8 días antes de utilizar la telemedicina y de 10,7 tras su implantación.
Según señalan los investigadores, existía una interacción significativa entre la intervención con telemedicina y la gravedad de la enfermedad, siendo más positiva cuando los pacientes estaban más enfermos pero que no se observaba en los menos enfermos.
Los autores concluyen que la implantación de la telemedicina en estas 6 UCI no se asoció con una reducción en la mortalidad hospitalaria global en los pacientes y señalan que esto podría deberse a una baja autoridad en la toma de decisiones y la variabilidad de los efectos entre los diferentes tipos de pacientes. Dado lo costoso de estas tecnologías, la controversia sobre su eficacia y la existencia de otras posibles formas de mejorar la asistencia en las UCI, los investigadores apuntan a una cuidadosa evaluación de sus costes y beneficios.