MADRID, 25 Abr. (EUROPA PRESS) -
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha mostrado su preocupación por el aumento de casos en que el parásito de la malaria se está volviendo resistente a los medicamentos utilizados para combatirla, especialmente en los países más endémicos, de ahí que haya pedido una respuesta "urgente" para combatir esta situación y lograr avances en el control de la enfermedad.
Con motivo del Día Mundial de la lucha contra la Malaria que se celebra este jueves, este organismo de Naciones Unidas ha destacado el aumento de casos de resistencia a los tratamientos antipalúdicos en el sudeste asiático, en la región del Gran Mekong.
"Todos los logros conseguidos podrían estar ahora en peligro", ha reconocido Hiroki Nakatani, subdirector general de la OMS para el VIH, la tuberculosis, la malaria y otras enfermedades tropicales desatendidas.
La resistencia del parásito a los medicamentos contra la malaria se convirtió por vez primera en un problema mundial en la década de 1960, cuando el parásito desarrolló resistencia a la cloroquina, el entonces antimalárico más utilizado. Dicha resistencia se detectó por primera vez en el Gran Mekong y más tarde se extendió a África, lo que provocó un drástico aumento de muertes, especialmente entre los niños.
Actualmente el tratamiento más utilizado incluye la artemisinina (TCA), al que ya se han registrado casos de resistencia en Camboya, Myanmar, Tailandia y Vietnam.
Ante esta situación, y aunque la OMS reconoce que los esfuerzos nacionales para contener la resistencia han tenido algún impacto, advierte de que "se necesitan medidas urgentes para eliminar totalmente las cepas resistentes del parásito y para que las medidas adoptadas sigan siendo eficaces".
"Las consecuencias de la resistencia generalizada a la artemisinina serían catastróficas", dice el director del Programa Mundial contra la Malaria de la OMS, Robert Newman, quien insiste en que "hay que actuar ya para proteger el sudeste de Asia hoy y África subsahariana mañana".
Entre las medidas a adoptar, propone que los países afectados eliminen los medicamentos antipalúdicos de mala calidad y las monoterapias orales basadas en la artemisinina, ya que "su uso está comprometiendo la eficacia de estos fármacos".
Según la última evaluación de la OMS este mes, por lo menos 31 empresas de todo el mundo siguen comercializando estas monoterapias y, aunque 44 países han retirado la autorización de comercialización de estas pastillas, todavía hay 14 países que siguen permitiendo su comercialización.
"Estamos en un punto de inflexión. Lo que parece ser una amenaza localizada podría descontrolarse y tener graves consecuencias para la salud global", dijo Newman, que exige "un alto nivel de compromiso político y el fortalecimiento de la colaboración regional y transfronteriza".