MADRID, 9 Ago. (EUROPA PRESS) -
La oleiletanolamida (OEA) podría actuar a través de sensores periféricos para activar los mecanismos cerebrales que regulan el apetito y la saciedad, dando lugar a nuevos tratamientos para combatir la obesidad y otros trastornos de la alimentación, según una investigación del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), publicada en 'Neuropharmacology'.
Este componente natural, derivado de los ácidos oleicos y producido en el intestino delgado, ejerce un papel clave en los mecanismos cerebrales que regulan la ingesta y el gasto calórico. La ventaja que ofrece su posible uso farmacológico radica en que su efecto anorexígeno (supresor del apetito) es periférico, a diferencia de la activación directa de ciertas vías cerebrales de la mayoría de los medicamentos inhibidores del hambre que existen hoy en día.
Los experimentos se realizaron en ratas Wistar machos en condiciones de ayuno con el objetivo de evaluar si las acciones anorexígenas del OEA son mediadas por la modulación de las señales centrales y/o periféricas involucradas en la regulación de la alimentación.
"La administración de OEA indujo cambios en la actividad hipotalámica, pero carecía de efecto sobre la expresión de neuropéptidos (pequeñas moléculas con función cerebral tanto estimulante como inhibidora) en los núcleos neuronales. Además, el OEA produjo cambios periféricos en los péptidos intestinales", apunta coordinador de la investigación, el doctor Fernando Rodríguez de Fonseca, del Hospital Universitario Carlos Haya de Málaga.
"Podemos decir pues que el OEA puede actuar a través de sensores periféricos para activar los mecanismos cerebrales que regulan la alimentación, lo que podría dar lugar a nuevos métodos de tratamiento de los trastornos alimentarios y la obesidad", señala el jefe de grupo del CIBERobn.
USO FARMACOLÓGICO DE LA OLEILETANOLAMIDA
"Es el componente periférico de la actividad del OEA el que resulta especialmente atractivo en términos de enfoques terapéuticos para combatir los trastornos alimentarios y la obesidad, ya que la falta de efectos centrales de este nuevo tipo de señales podría dar lugar a tratamientos seguros y libres de los efectos adversos sobre el sistema nervioso que tienen algunos de los medicamentos que hoy en día se utilizan como inhibidores del apetito", señala el experto.
Estos fármacos, que son absorbidos en el aparato digestivo de forma inmediata y alteran el sistema nervioso central, pueden provocar dependencia a causa de sus componentes psicotrópicos; además de otras consecuencias fatales como arritmias, crisis de hipertensión o accidentes cerebro vasculares.
Asimismo, la oleiletanolamida también ejerce un papel clave en la fijación de recuerdos a largo plazo, según un reciente estudio de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos). Es decir, produce la consolidación de la memoria o el proceso por el que los recuerdos superficiales a corto plazo se transforman en recuerdos a largo con sentido.
En este caso, se descubrió que al administrar OEA a roedores se aumentaba la retención de la memoria, actuando de "pegamento molecular", al ayudar a los mamíferos a recordar dónde y cuándo habían tomado una comida. Así, la relación entre OEA y fijación de recuerdos a largo plazo podría también abrir ventanas a la lucha contra enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o el Parkinson.