MADRID 24 Sep. (EUROPA PRESS) -
Una dieta alta en fructosa aumenta la presión sanguínea en los hombres, mientras que un fármaco utilizado para tratar la gota parece proteger frente a este incremento de tensión, según un estudio dirigido por Santos Pérez-Pozo, nefrólogo del Hospital Mateo Orfila en Menorca. El trabajo, en el que también ha participado Richard Johnson, de la Universidad de Colorado en Denver, se ha hecho público durante una conferencia sobre la hipertensión de la Asociación Americana del Corazón que se celebra en Chicago.
Según señalan los investigadores, esta es la primera evidencia de un papel de la fructosa en la subida de la presión sanguínea y un papel del descenso del ácido úrico en la protección contra el aumento de la presión en personas. En el estudio, el consumo excesivo de fructosa parecía aumentar el inicio del síndrome metabólico, un conjunto de factores de riesgo asociados con el desarrollo de la enfermedad cardiovascular y la diabetes tipo 2. Por otro lado, el fármaco para la gota parecía detenerlo, posiblemente al reducir el ácido úrico, que afecta a la presión sanguínea.
La fructosa, uno de los varios azúcares de la dieta, constituye alrededor de la mitad de las moléculas del azúcar de mesa y del sirope de maíz alto en fructosa, un edulcorante utilizado a menudo en los productos empaquetados debido a su reducido coste y a su larga duración. La glucosa supone la otra mitad de los azúcares.
La fructosa es el único azúcar común que se sabe aumenta los niveles de ácido úrico. Los pacientes con hipertensión, diabetes y enfermedad renal a menudo tienen niveles elevados de ácido úrico y gota.
El equipo de Pérez-Pozo evaluó a 74 hombres adultos con una edad media de 51 años que consumían una dieta que incluía 200 gramos (g) de fructosa al día además de su dieta habitual. La cantidad es mucho mayor que el consumo medio del ciudadano medio. La mitad de estos hombres fueron asignados de forma aleatoria a tomar el fármaco antigota allopurinol y la otra mitad actuaba como controles.
Después de sólo dos semanas de dieta, el grupo que tomaba la fructosa y el placebo experimentó un aumento significativo de la presión sanguínea de alrededor de 6 milímetros de mercurio (mm Hg) en la presión sanguínea sistólica, la que se produce cuando el corazón late, y de unos 3 mm Hg en la diastólica, la que se produce entre los latidos.
Por el contrario, los hombres que tomaban la fructosa y el fármaco antigota tenían menores niveles de ácido úrico y no mostraban un aumento significativo en la presión sanguínea. Los niveles de la presión de la mayoría de los hombres volvieron a la normalidad en los siguientes dos meses tras finalizar el estudio cuando volvieron a su dieta normal.
Los resultados también mostraron cambios en la incidencia del síndrome metabólico, definido como tener tres o más de cinco factores de riesgo: circunferencia de cintura aumentada; altos niveles de triglicéridos; bajos niveles de colesterol protector HDL, de lipoproteínas de alta densidad; hipertensión; y nivel alto de azúcar en sangre en ayunas.
Después de dos semanas, la incidencia del síndrome metabólico era más del doble en los hombres que consumían una dieta alta en fructosa y tomaba la píldora de placebo. Entre los hombres que consumían fructosa y allopurinol casi no se produjeron cambios en la tasa de síndrome metabólico, quizás debido a que el fármaco antigota evitaba que subiera la presión sanguínea por el consumo de la fructosa.
Según los investigadores, estos resultados sugieren que la fructosa podría ser una causa del síndrome metabólico y que su consumo excesivo podría contribuir en la epidemia mundial de obesidad y diabetes. La fruta, que tiene entre 4 y 10 gramos de fructosa por ración también contiene muchas sustancias beneficiosas que contrarrestan los efectos de la fructosa. El principal riesgo para el exceso de consumo de fructosa en la dieta occidental procede de las bebidas edulcoradas y los alimentos ricos en azúcar o en sirope de maíz.