MADRID 14 Ago. (EUROPA PRESS) -
Exponerse a la luz solar sin protección ocular puede dañar los ojos y favorecer la aparición de enfermedades como la formación de cataratas, la degeneración macular y las quemaduras de cornea, según ha advertido la oftalmóloga de Hospital Quirón San José, Patricia Gómez Pérez.
Por este motivo, la experta ha aconsejado utilizar gafas de sol que contengan filtros que impidan el paso de entre el 95 por ciento y el cien por cien de las radiaciones ultravioletas, eviten el deslumbramiento, tengan una resistencia adecuada en caso de impacto y proporcionen una visión "perfecta y nítida". Y es que, tal y como ha comentado, las consultas oftalmológicas suelen aumentar después del verano aunque, ha apostillado, las lesiones graves suelen ser "excepcionales".
"Las lesiones más comunes son las quemaduras de córnea. Más graves son las quemaduras en la mácula, producidas por la exposición de los ojos a una luz muy intensa. Por ejemplo, si se mira sin protección directamente al sol durante un eclipse, se puede producir una quemadura en la mácula que puede ocasionar la pérdida definitiva de la visión. Y si la exposición a la luz solar es crónica, aparecerán las cataratas cuya solución es la cirugía", ha analizado.
En este sentido, la especialista ha destacado la importancia de usar gafas de sol al aire libre, en lugares acuáticos como playas o ríos así como durante la práctica de actividades y deportes de invierno o de montaña.
Así, ha informado de que existen diferentes tipos de gafas: las gafas polarizadas, que mejoran el contraste y la visión ante el reflejo en agua o suelo gracias a sus filtros que bloquean esta absorción; las gafas de espejo, con las que hay que tener cuidado porque aunque penetra menos cantidad de luz hacia los ojos, no protegen frente a las radiaciones ultravioletas; las gafas con cristales de color ámbar, ideales para practicar esquí o actividades de montaña así como para la navegación porque bloquean la luz azul; y las gafas con filtro anti radiación infrarroja, que evitan la evaporación rápida de la lágrima pero no protegen ante las radiaciones ultravioletas.
Respecto a los menores, Gómez Pérez ha recordado que todas las lesiones que se producen en la infancia a nivel ocular son "acumulativas" en el tiempo y que, además, su cristalino es "más sensible" por ser permeable a los rayos ultravioletas.
"Lo mejor para proteger la retina de los menores es ponerles unas buenas gafas de sol, con cristales adecuados y cuya montura cubra de manera suficiente su rostro y evite así la entrada de luz desde diferentes ángulos", ha recomendado.
Finalmente, la experta ha destacado la necesidad de aplicar protector solar facial 50 en los párpados para evitar tumores; utilizar lágrimas artificiales si la exposición al sol es larga; y lavar con suero fisiológico los ojos en el caso en el que entre algo en ellos.