MADRID, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -
Un modelo de la gripe estacional en humanos realizado por la Universidad de Michigan en Ann Arbor (Estados Unidos) muestra la dinámica de las mutaciones de la gripe a lo largo de décadas y demuestra cómo incluso aunque el virus muta continuamente sólo renueva su intensidad cada dos a ocho años. Las conclusiones de la investigación se publican en la revista 'Science'.
Entender cómo funciona la gripe es crítico debido a su alta morbilidad y mortalidad en todo el mundo. Los científicos desarrollaron un modelo que muestra la historia evolutiva de la gripe al ir desarrollándose a lo largo del tiempo. El modelo muestra que la mayoría de mutaciones de la gripe son neutrales, como la aparición de grupos de cepas muy parecidos.
Según los investigadores, de forma ocasional un pequeña mutación causa un gran cambio en una proteína que convierte en irreconocible al virus para el sistema inmune de las posibles víctimas. El virus aprovecha la ventaja de viajar de incógnito y su virulencia incontrolada, por ello aumentan los enfermos y la mortalidad.
El aumento en la virulencia está causada por una alteración importante de la estructura de la molécula de la hemaglutinina. Las continuas mutaciones en el virus a lo largo de las próximas estaciones de la gripe podrían causar cambios menores en la estructura del virus pero las víctimas podrían tener cierto grado de inmunidad cruzada y ser capaces de controlar la replicación del virus. La virulencia entonces baja a medida que los nuevos grupos de cepas relativamente parecidas crecen.
Los investigadores explican que después de unos años el ciclo comienza de nuevo cuando una mutación da lugar a otro grupo y otro repunte de enfermedades asociadas a la gripe.
El modelo revela dos patrones principales en la circulación de la gripe estacional: un patrón de diversidad genética y un periodo refractario después de las transiciones de las variedades del virus. Este modelo, además de encajar perfectamente con la gripe, ayuda a integrar la epidemiología de los patógenos y su evolución a través de un método mecánico.
Según los autores, este modelo podría aplicarse a otras enfermedades en las que las mutaciones influyen en la progresión de la enfermedad como es el caso de la malaria, el cáncer y la resistencia a los antibióticos.