Asocian el riesgo cardiovascular a la alteración leve de la tiroides

Actualizado: jueves, 18 julio 2013 14:56

MADRID, 18 Jul. (EUROPA PRESS) -

Los pacientes con hipertiroidismo subclínico, una forma leve de hipertiroidismo, tienen un 23 por ciento más posibilidades de desarrollar fibrilación auricular (FA) que los individuos con función tiroidea normal, porcentaje que aumenta hasta el 30 por ciento en aquellas personas que poseen hipertiroidismo manifiesto, según un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario Gentofte en Hellerup en Copenhague (Dinamarca).

La investigación, publicada en la revista 'British Medical Journal', ha sido realizado sobre una muestra de 586.460 pacientes adultos en Atención Primaria de la ciudad de Copenhague (Dinamarca), a los que se evaluó la función tiroidea por primera vez entre los años 2000-2010 y a los cuales no se les había diagnosticado ningún síntoma de enfermedad tiroidea ni de fibrilación articular.

La investigación, de la que se hace eco la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y la Fundación Española del Corazón (FEC), es novedosa porque hasta el momento solo se conocía que el hipertiroidismo manifiesto estaba asociado con fibrilación auricular. "Ahora, gracias a investigaciones como esta, vemos que también el hipertiroidismo subclínico, se asocia con frecuencia cardiaca elevada y un aumento de las arritmias", señala el doctor Ángel Moya, presidente de la sección de arritmias y ritmo cardiaco de la SEC.

La tiroides es la glándula endocrina que está situada justo arriba de la tráquea y que produce las hormonas tiroideas (la tiroxina o T4 y la triyodotironina o T3), encargadas de regular todas las actividades que componen el metabolismo de nuestro cuerpo, incluyendo la velocidad con la que se queman calorías y el ritmo al que late el corazón.

Una tiroides demasiado activa produce más hormonas de las que el cuerpo necesita, proceso que se conoce como hipertiroidismo. En este caso, el exceso de hormona tiroidea puede causar pérdida de peso, aumento de la frecuencia cardiaca, sensibilidad al calor, sudoración excesiva, ansiedad, evacuaciones flojas, irritabilidad, cansancio, debilidad y trastornos en la menstruación. Además, se calcula que aproximadamente una de cada cien mujeres y uno de cada mil hombres desarrollan hipertiroidismo en algún momento de su vida.

HIPOTIROIDISMO SUBCLÍNICO, TAMBIÉN MÁS RIESGO

En la misma línea, un estudio observacional de investigadores de Taiwán publicado en el 'Jounal of the Americal College of Cardiology', demostró que tener hipotiroidismo subclínico, aunque no se asocia a un aumento de la mortalidad total, sí podía asociarse con un aumento del riesgo de mortalidad cardiovascular del 14 por ciento y a un aumento del riesgo en eventos cardiovasculares del 18 por ciento.

El trabajo, realizó un seguimiento durante una década a 115,746 taiwaneses mayores de 20 años, sin historial previo de enfermedad tiroidea, evidencia diferencias en las características basales de las personas con y sin alteración tiroidea.

Los resultados evidenciaron que, durante el seguimiento, hubieron 3.669 muertes, 680 de ellas relacionadas con la enfermedad cardiovascular. Al ajustar los datos según distintas variables como el sexo, edad o antecedentes, las diferencias más significativas entre ambos grupos se encontraron en los datos de mortalidad global a partir de los 5 años, la mortalidad global y cardiovascular en mayores de 65 años y en niveles de TSH entre 5 y 10 mlU/l.

A raíz de esta y otras investigaciones, Moya destaca que, "estos trabajos nos muestran que, aunque normalmente tenemos presentes las alteraciones tiroideas en los pacientes con arritmias, también es importante considerar y analizar estas alteraciones cuando son subclínicas, ya que se ha demostrado que también aumentan en el riesgo de FA y mortalidad cardiovascular".

Por este motivo, la FEC recomienda un mayor atención de este tipo de enfermedades en aquellos pacientes que presenten alguna alteración de la función tiroidea y recuerda que la FA es una arritmia cardíaca común y un importante factor de riesgo para el accidente cerebrovascular isquémico e insuficiencia cardiaca.