MADRID, 6 Oct. (EUROPA PRESS) -
Hasta un 10 por ciento de los niños atendidos en Atención Primaria pueden mostrar signos de fallo de medro, es decir que crece por debajo de lo esperado, según la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, que destaca como principal causa (80%) una ingesta inadecuadas de alimentos.
Una duda común entre los padres que se acercan a las consultas de pediatría es la que afecta a la altura y el peso de sus hijos, y, cuando se trata de algo evidente, su gran miedo es qué ha motivado que su hijo crezca menos que sus compañeros de clase. Al respecto, los expertos destacan que, a veces, la respuesta es simplemente genética, sin embargo recomiendan estar pendientes cuando el menor crece menos de lo esperado según las tablas de crecimiento estándar.
En estos caso, hablamos de fallo de medro. "Este término se aplica al niño cuyo peso o ganancia de peso no se corresponde con el de los niños de su misma edad y sexo", afirma la pediatra asturiana de la SEPEAP, la doctora Sara Bueno.
El fallo de medro puede deberse a una enfermedad subyacente o no, aunque en la mayoría de los casos en ambos grupos la causa principal es una ingesta insuficiente para suplir las necesidades para crecer. Para diagnosticarlo hace falta una historia clínica completa, una exploración física y exámenes complementarios.
Los expertos recuerdan que no existe un número definido de niños afectados por un fallo del medro, principalmente por "la falta de acuerdo sobre los criterios diagnósticos aceptados para calificarlo así". No obstante, un 10 por ciento de los niños atendidos en sus consultas mostraría fallo del medro, aunque tan solo un 5% de los casos el motivo es una enfermedad subyacente identificable.
PRINCIPALES FACTORES DE RIESGO
Por tanto, lo normal es que se trate de un problema relacionado con clases sociales más bajas, problemas socioeconómicos y familias numerosas con madres de edad avanzada. En condiciones normales, los nutrientes procedentes de la alimentación son digeridos, absorbidos y utilizados para satisfacer las demandas de crecimiento del cuerpo.
Desde la SEPEAP recuerdan que la energía no utilizada en los procesos vitales sirve para el crecimiento esquelético, ganancia de peso y, posteriormente, para la fertilidad. Cualquier alteración en uno de estos procesos podrá ser causa de un retraso en el crecimiento.
En primer lugar hay que tener en cuenta una ingesta insuficiente de alimentos, que podría representar hasta el 80% del total de casos. La causa de esta ingesta insuficiente puede ser por un problema social (pobreza o falta de recursos), por creencias culturales o religiosas o en casos de desatencion parental y maltrato; también puede ser debido a enfermedades crónicas, trastornos neurologicos y cromosomopatias con dificultad para deglutir, enfermedades renales o hepaticas, reflujo gastroesofagico con esofagitis o paladar hendido.
En un segundo lugar hay que observar si hay problemas de maldigestion o malabsorcion de nutrientes. Se puede dar en los sindromes de malabsorcion, como la enfermedad celiaca o la fibrosis quistica, en metabolopatias, alergias alimentarias, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.
Y, finalmente, a un aumento de las necesidades energéticas, como las que se pueden observar en: cardiopatías congénitas, enfermedades pulmonares crónicas, hipertiroidismo, trastornos metabólicos o enfermedades oncológicas.