¿Sabes cómo cuidar la salud cerebral de tus hijos?

Niños, clase, guardería
GETTY
Actualizado: jueves, 23 noviembre 2017 13:59

MADRID, 23 Nov. (EDIZIONES) -

Algunas enfermedades neurológicas como la toxoplasmosis congénita; meningitis bacteriana; leucomalacia periventricula; ictus; crisis epilépticas tanto febriles como en casos de adolescencia o la parálisis cerebral, son comunes a aparecer en la infancia, según muestra el índice de 'enfermedades neurológicas más habituales en la infancia' de la Sociedad Española de Neurología Pediátrica (SENEP).

Sin embargo, un cerebro sano podría ayudar a los niños en tareas esenciales como la concentración y la memoria, además de contribuir a un estado de ánimo positivo frente a cualquier reto.

Todo ello puede ser factible a través una serie de prácticas o hábitos por parte de los padres, que ayuden así a cuidar de la salud cerebral de los más pequeños, según explica el doctor en psicología, neuropsicólogo clínico y autor de 'El cerebro del niño explicado a los padres', Álvaro Bilbao.

Por ejemplo, argumenta que "el sueño es una de estas claves y sabemos que la mayoría de los adolescentes apenas duermen entre cinco o seis horas. De hecho, tan solo un dos por ciento de los adolescentes duerme más de ocho horas".

Aparte de las horas de descanso, el doctor ha dado otras seis pautas para mantener saludable el cerebro de los niños:

1. Afecto: El cerebro del niño no se puede desarrollar si carece de afecto. Diferentes estudios han demostrado aquellos que crecen en un entorno de privación afectiva sufren un gran deterioro en el desarrollo cerebral.

Por tanto, coger a los más pequeños en brazos, darles cariño y, en definitiva, demostrar afecto hacia los más pequeños ayuda a su salud cerebral. No obstante, el amor hacia los más pequeños no debe dejarnos caer en uno de los errores más comunes: la sobreprotección.

Estudios han demostrado que la sobreprotección reduce el desarrollo de la corteza prefrontal, que es la parte del cerebro encargada de afrontar las inseguridades, resolver problemas y superar desafíos.

2. Ejercicio físico: El ejercicio físico no solo ayuda a los más pequeños a desarrollar sus músculos y habilidades físicas, sino que ayuda a prevenir enfermedades del cerebro relacionadas con el envejecimiento.

Además, la realización de actividades mejora la capacidad de concentración, el aprendizaje y ayuda a prevenir el estrés. Por tanto, es importante que los niños después de la escuela tengan tiempo libre para correr, ir al parque o hacer algún deporte.

3. Nutrición: El cerebro está compuesto en un 60 por ciento por materia grasa, y son los ácidos grasos omega 3 presentes fundamentalmente en el pescado azul y los frutos secos la mejor opción para cuidarlo. Por el contrario, las grasas de baja calidad como el aceite de palma deben ser evitadas

Las frutas y las verduras ayudan al bienestar emocional de los más pequeños, en parte debido al alto contenido en triptófano y vitamina D de algunas frutas y hortalizas como los plátanos o los champiñones. De esta forma, las grasas saludables ayudan al desarrollo intelectual y las frutas y verduras al bienestar psicológico.

4. Autocontrol y capacidad de saber esperar: Vivimos en la era de la inmediatez en la que todo ocurre de manera instantánea. La paciencia no es solo la mejor virtud del cazador, diferentes estudio afirman que una de las variables cognitivas que más predicen la capacidad de un niño de alcanzar sus metas en la vida es la capacidad de saber esperar. De hecho, algunos estudios incluso aseguran que esta capacidad es la que mejor predice la nota de selectividad.

5. Socialización: El ser humano es ante todo un animal social con la necesidad de establecer relaciones con otros semejantes. No hay mayor prueba que dejar a dos niños pequeños juntos para ver cuánto tiempo tardan en interactuar. Los niños suelen cumplir esta tarea sobre todo en los entornos escolares donde están rodeados de otros niños de características similares a ellos.

6. Sueño: El cerebro aprovecha las horas de sueño para consolidar la memoria y hacer su rutina de mantenimiento. Por ello, es de vital importancia que los más pequeños, y los no tan pequeños, duerman al menos 8 horas diarias.

Los padres juegan un papel muy importante en que los más pequeños adopten una buena higiene de sueño, ya que si los progenitores duermen pocas horas los niños copiarán el hábito de los padres.