Observan diferencias en los cerebros de jóvenes con graves problemas de comportamiento

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Actualizado: viernes, 4 mayo 2018 7:09

   MADRID, 4 May. (EUROPA PRESS) -

   Una investigación publicada este martes revela nuevas pistas que podrían ayudar a explicar por qué los jóvenes con las formas más graves de comportamiento antisocial luchan por controlar y regular sus emociones y, como resultado, pueden ser más susceptibles de desarrollar ansiedad o depresión.

   El estudio, publicado en la revista 'Social Cognitive and Affective Neuroscience', utiliza métodos de neuroimagen para investigar a jóvenes con desorden de conducta, caracterizado por síntomas que van desde mentira y absentismo escolar hasta la violencia física y el uso de armas en su extremo más extremo.

   Investigadores de las universidades de Bath (Reino Unido), Cambridge (Reino Unido) y el Instituto de Tecnología de California (Estados Unidos) querían comprender más sobre el cableado del cerebro en adolescentes con trastorno de conducta y vincular la conectividad con la gravedad del trastorno de conducta y 'rasgos psicopáticos', el término utilizado para definir los déficits en la culpa, el remordimiento y la empatía.

   A través de resonancias magnéticas funcionales de jóvenes con trastornos de la conducta y adolescentes en desarrollo, el equipo analizó la amígdala, una parte clave del cerebro involucrada en la comprensión de las emociones de los demás, y cómo se comunica con otras partes del cerebro.

   Estudios previos realizados por el equipo de investigación sugirieron que los adolescentes con trastorno de conducta encuentran difícil reconocer las expresiones faciales enfadadas y tristes, por lo que el objetivo de este experimento fue establecer qué es lo que falla a nivel cerebral que podría explicar esto.

   Descubrieron que los jóvenes con trastorno de conducta mostraban respuestas de amígdala significativamente más bajas a los rostros enojados y tristes. Los pacientes con daños en la amígdala muestran una serie de problemas, como leer las emociones de los demás y, dadas las similitudes de comportamiento entre estos pacientes y los jóvenes con trastorno de conducta, los científicos habían planteado la hipótesis de que la amígdala podría estar dañada o ser disfuncional de alguna manera.

   Cuando los científicos analizaron la conectividad entre la amígdala y la corteza prefrontal del cerebro, la región responsable de la toma de decisiones y la inhibición del comportamiento, encontraron pistas sorprendentes que podrían explicar por qué ciertos grupos de jóvenes con trastornos de conducta sufren dificultades para controlar sus emociones.

CONECTIVIDAD ANORMAL ENTRE LA AMÍGDALA Y LA CORTEZA PREFRONTAL

   Al contrario del pensamiento anterior, los jóvenes con trastorno de conducta y altos niveles de rasgos psicopáticos mostraron una conectividad normal entre la amígdala y la corteza prefrontal, mientras que aquellos con trastorno de conducta por sí sola mostraron una conectividad anormal entre estas áreas del cerebro.

   El doctor Graeme Fairchild, del Departamento de Psicología de la Universidad de Bath, explica: "Estos resultados pueden explicar por qué los jóvenes con trastorno de conducta, pero sin rasgos psicopáticos, tienen dificultades para controlar sus emociones, especialmente fuertes emociones negativas como la ira".

   Las partes del cerebro que normalmente participan en la regulación de las partes emocionales del cerebro parecen ser menos capaces de hacerlo en los jóvenes con trastorno de conducta solo. Con el tiempo, esto podría llevarlos a desarrollar problemas comórbidos de salud mental como la depresión o la ansiedad, mientras que los jóvenes con rasgos psicopáticos podrían estar protegidos de desarrollar esos problemas.

   "Este estudio muestra que puede haber diferencias importantes entre los jóvenes con niveles altos y bajos de rasgos psicópatas en la forma en que se conecta el cerebro. Los hallazgos podrían tener implicaciones clínicas, porque sugieren que es probable que los tratamientos psicológicos que mejoran las habilidades de regulación de las emociones sean más eficaces en los jóvenes con trastorno de conducta solo, que en el subgrupo psicopático", añade Farichild.

   Como una enfermedad poco investigada y a menudo incomprendida, el equipo ahora espera que sus hallazgos puedan alimentar intervenciones más específicas para ayudar mejor a los jóvenes con trastorno de vonducta y sus familias. Esto podría involucrar métodos de 'neurofeedback' que entrenan a los jóvenes para controlar la actividad en partes específicas de sus cerebros usando imágenes de resonancia magnética (IRM).

   Actualmente, están llevando a cabo un estudio europeo a gran escala, que investiga las diferencias sexuales en el comportamiento antisocial para investigar si los niños y las niñas con trastorno de conducta muestran anormalidades cerebrales similares o diferentes en relación con los niños y las niñas de desarrollo típico.