Objetivo: mejorar la vacuna contra la gripe

Jeringuilla, Inyección
FLICKR/ANDRES RUEDA
Actualizado: jueves, 16 marzo 2017 7:41

MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -

Para que la mayoría de las vacunas funcionen, el cuerpo necesita dos tipos de células -- las células B y las células T auxiliares-- para producir anticuerpos. Las células B son fábricas de anticuerpos y las células T auxiliares perfeccionan la fuerza y la precisión de los anticuerpos para dirigirse y atacar sus objetivos. Una técnica que identifique estas células inmunitarias auxiliares podría aportar datos para el futuro diseño de la vacuna, especialmente para las poblaciones vulnerables.

Las vacunas contra la gripe funcionan cebando al sistema inmune con proteínas purificadas de la capa externa de virus de la gripe muerto. Un anticuerpo es una proteína que reconoce una molécula patógena única llamada antígeno que es específica para una cepa en particular. Los anticuerpos se unen a sus objetivos con precisión en las mejores circunstancias y, al hacerlo, el anticuerpo evita que un microbio dañino se replique o lo señala para que lo maten otras células inmunitarias.

El nivel de anticuerpos en la sangre dice a los inmunólogos cómo de bien está funcionando una vacuna; específicamente, cuántos anticuerpos se han fabricado y la potencia de desactivación de los microbios. Las relativamente escasas células auxiliares foliculares T circulantes, o cTfh, por sus siglas en inglés, son claves para la resistencia de los anticuerpos. Sin cTfh, no se pueden producir anticuerpos eficaces, aunque se sabe muy poco sobre las células cTfh en seres humanos después de la vacunación.

Un equipo liderado por investigadores de la Escuela de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, ha encontrado una manera de identificar la pequeña población de cTfh presente en la sangre después de una vacuna anual contra la gripe para supervisar su contribución a la potencia del anticuerpo, un hallazgo que se revela en un artículo publicado en 'Science Immunology'.

Para sus estudios, dirigidos por Ramin Herati, profesor de Enfermedades Infecciosas, usaron perfiles de células inmunes con altas dimensiones y pruebas genómicas específicas para identificar y rastrear estas células raras a lo largo del tiempo. "La pobre comprensión de la función de cTfh es, en parte, porque estas células pasan la mayor parte de su tiempo esperando en los ganglios linfáticos para la siguiente infección, y no circulan en la sangre", explica el autor principal, E. John Wherry, profesor de Microbiología y director del Instituto de Inmunología de Penn.

"Para controlar lo bien que están haciendo su trabajo estas células después de la vacunación, hemos necesitado una manera de medir sus respuestas sin tener acceso directo a los ganglios linfáticos. Debido al papel central de las células auxiliares foliculares T circulantes en el desarrollo de anticuerpos, las estrategias de desarrollo de vacunas se beneficiarán de entender mejor las propiedades de estas células esenciales en la respuesta inmune", añade.

CÓDIGOS DE BARRAS MOLECULARES

Cada célula T tiene un receptor único en su superficie externa. Después de recibir una vacuna, el resultado es una célula T con este código de barras único que se replica, haciendo miles de clones con copias idénticas del mismo código de barras. Después de la vacunación, esta expansión de las células T muere y algunos clones se quedan atrás. Estas células de memoria esperan en los ganglios linfáticos y otros órganos hasta la próxima vez que la infección o la vacuna entre en el cuerpo, de forma que estos clones pueden entonces reclutarse para entrar en acción y proteger al individuo o ayudar a aumentar la inmunidad de la vacuna.

En el presente estudio, el equipo pudo rastrear las células T auxiliares circulantes debido a que el código de barras único que poseen es específico para las cepas utilizadas en una vacuna anual contra la gripe. Wherry y sus colegas rastrearon la producción de anticuerpos en 12 sujetos sanos, de edades comprendidas entre los 20 y los 45 años durante los tres años comprendidos entre 2013 y 2105.

El subgrupo circulante de células T foliculares auxiliares expresó diferentes factores de transcripción y citoquinas --Bcl-6, c-Maf e IL- 21-- en comparación con otras subpoblaciones de células T en la sangre. El número de células cTfh aumentó bruscamente durante los siete días posteriores a que un sujeto recibiera una vacuna contra la gripe.

La vacunación repetida de los participantes en el estudio produjo clones genéticamente idénticos de células cTfh en años sucesivos, lo que indica que hay un recuerdo fuerte de cTfh a la vacuna contra la gripe. Estos resultados miden la dinámica del recuerdo de cTfh inducidas por las vacunas y el recuerdo a lo largo del tiempo, lo que permite a los investigadores monitorear las respuestas claves de cTfh inducidas por vacunas humanas y obtener información sobre por qué las respuestas a las vacunas contra la gripe son menos óptimas en muchas personas.

La capacidad de rastrear estas respuestas de cTfh en la sangre, en lugar de acceder a los ganglios linfáticos en los seres humanos, permite el seguimiento en tiempo real de los principales mecanismos celulares involucrados en la vacunación. Estos conocimientos deberían permitir una mayor optimización de las vacunas para las enfermedades difíciles de tratar, como la gripe, pero también el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otras infecciones en las que fabricar vacunas potentes ha sido un reto.

"Estas cTfh son una pieza que falta para ser capaces de realmente controlar y predecir su capacidad para inducir la magnitud deseada y la calidad de la memoria inmune y, por lo tanto, la protección por las vacunas", reconoce Wherry. El equipo tiene ahora la intención de analizar a poblaciones de avanzada edad en las que las vacunas no son tan eficaces y averiguar qué papel juegan las poblaciones de células cTfh en esa parte de la población humana.