Diez falsos mitos que habrás oído sobre las vacunas y no son ciertos

Vacuna
THINKSTOCK
Actualizado: martes, 23 mayo 2017 15:53

MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -

Las vacunas son uno de los grandes avances científicos de la medicina, ya que han contribuido a salvar millones de vidas y han minimizado el impacto de enfermedades provocadas por virus o bacterias hasta entonces altamente peligrosas.

Su mecanismo de acción se ha basado en administrar al organismo sustancias que provocan la formación de anticuerpos pero no todo ha sido un camino de rosas, ya que llevan consigo diferentes rumores que generan alarma entre la población y favorecen que determinados colectivos sean reacios a su uso, pese a sus demostrados beneficios.

En busca de clarificar los mitos que se atribuyen a estos medicamentos, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha desarrollado un decálogo que explica que tales creencias no tienen base científica.

Mito 1, Las vacunas provocan autismo.

Se asocia a la presencia de tiomersal en la composición de muchas de ellas, un compuesto que se usa como conservante en medicamentos inyectables gracias a sus propiedades como antiséptico y antifúngico. Sin embargo, al ser un derivado del mercurio, en el pasado ha generado mucha preocupación por la posibilidad de que fuese neurotóxico, sin pruebas de que esto suceda.

Más allá del tiomersal, el origen de este mito reside en una publicación de hace más de quince años en la revista 'The Lancet', que publicó un estudio que relacionaba la vacuna triple vírica con el desarrollo de autismo aunque posteriormente se comprobó que los datos del estudio eran falsos y que su autor había mentido.

Mito 2: Las vacunas son obligatorias.

El acto de vacunarse no solo beneficia a la persona que se vacuna, sino a toda la comunidad, lo que se conoce como inmunidad colectiva o 'de rebaño', ya que cuando toda o casi toda la población está vacunada un individuo que no esté vacunado estará más protegido. El peligro radica cuando dentro de una población se generan bolsas de personas sin vacunar, ya que el patógeno tendrá más fácil poder llegar a ellas.

Pero pese a ello, el efecto 'rebaño' no implica ninguna obligación y, de hecho, hay estudios que muestran que imponer la obligatoriedad de las vacunas puede incluso disminuir su tasa de cobertura, al favorecer las posiciones de los "movimientos antivacunas" más extremistas, que con argumentos pseudocientíficos se oponen de forma general a la vacunación.

Mito 3: Las vacunas son cosa de niños.

La gran mayoría de las vacunas se administran en edad infantil, pero también hay otras específicas para la edad adulta, caso de la de la gripe, recomendada en mayores de 65 años o en quienes presentan un alto riesgo de complicaciones derivadas de la gripe. Otro ejemplo sería la vacuna neumocócica.

Por otro lado, en los trabajadores sanitarios hay algunas vacunas que están recomendadas a todos ellos (triple vírica, hepatitis B, gripe, etcétera) y otras que solo están indicadas para ciertos profesionales en mayor riesgo de entrar en contacto con ciertos patógenos (por ejemplo, a los profesionales que trabajan en áreas de pediatría se les recomienda que se vacunen frente a tosferina).

Mito 4: Vacunarte de una enfermedad te inmuniza de por vida.

Esto no siempre es así y, de hecho, varias requieren de una dosis de recuerdo para generar una adecuada respuesta del sistema inmune con el tiempo. Así, se recomienda que a las personas que hayan recibido el régimen adecuado de vacunación en la infancia frente a difteria y tétanos se les administre una dosis de recuerdo a los 65 años de edad.

Mito 5: En los países desarrollados no hacen falta las vacunas.

Los patógenos infecciosos frente a los que hay vacunas siguen presentes pese a la falsa sensación de seguridad. De hecho, la única enfermedad infecciosa que se considera erradicada es la viruela, gracias a una masiva campaña internacional de vacunación entre los años 50 y 60.

La sensación de protección que hay en los países desarrollados es, en parte, gracias a la sistematización de los programas de vacunación. En aquellos países donde la cobertura vacunal no alcanza a toda la población hay enfermedades que siguen estando presentes, como la poliomielitis.

Mito 6: Vacunarse de muchas cosas a la vez es arriesgado.

No tiene ningún fundamento científico. En el día a día uno está expuesto a un número mucho más elevado de antígenos que la carga de antígenos que puede suponer la administración de varias vacunas al mismo tiempo.

Si se simultanea la administración de varias vacunas es con objeto de garantizar un mejor cumplimiento con el régimen de administración del calendario vacunal. Además, hacerlo de esta manera reduce el número de pinchazos.

Mito 7: En cada comunidad te vacunan de una cosa.

Esto ha sido así durante años ya que algunas comunidades incluían en sus calendarios infantiles vacunas para las cuales no existía un consenso suficiente sobre su necesidad real.

En cambio, ya existe un acuerdo entre Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas para armonizar los calendarios y que las vacunas que se administran de forma sistemática sean las mismas.

Mito 8: Ser crítico con las vacunas te convierte en anticientífico.

La práctica de la vacunación ha demostrado con creces sus beneficios, pero es cierto que no todas las vacunas tienen la misma relevancia. De hecho, hay vacunas cuya inclusión en el calendario oficial ha sido muy discutida en términos de salud pública, como la de la varicela, mientras que otras como la de la gripe arrastran importantes dudas sobre su alcance.

Además, según señala la OCU, las vacunas son medicamentos que como tal pueden tener efectos adversos. Los más frecuentes son los locales (dolor y enrojecimiento en el lugar de la inyección), pero también pueden producir efectos generales (como fiebre y malestar general pasajeros). Mucho más raras son las posibles reacciones alérgicas, que sin embargo son excepcionales.

Por ello, aunque también hay razones para tener una visión crítica sobre algunas vacunas sin que ello te convierta, necesariamente, en un loco peligroso.

Mito 9: Si viajo al extranjero, tengo que ponerme un montón de vacunas.

Depende de la zona, del tipo de viaje, de la época del año, del estado de salud del individuo y de las vacunas previas. Los motivos para vacunarse son la protección a nivel individual de enfermedades endémicas que se dan en los países a visitar, y para proteger también a la población de aquellos países que son susceptibles de sufrir enfermedades que puede que traigamos con nosotros. De hecho, muchos de ellos exigen un certificado de vacunación internacional.

Lo recomendable en estos casos es planificar el viaje con antelación (entre 8 y 4 semanas) y visitar un centro de vacunación internacional dónde nos asesoren qué vacunas nos debemos de poner. En el Ministerio de Sanidad se puede encontrar el listado completo de todos los centros de vacunación internacional en España.

Mito 10: Los alérgicos al huevo no pueden vacunarse

Existen algunas vacunas (triple vírica, gripe o fiebre amarilla) que para su proceso de fabricación requieren como medio de cultivo huevos embrionados de pollo, lo que puede dejar en su composición cierta cantidad de proteína residual de huevo. Dependiendo de la cantidad de proteína de huevo en la vacuna y de la gravedad de la reacción alérgica.

Para ello, en personas que hayan sufrido de reacciones graves en el pasado tras la ingesta de huevo deberán acudir a un hospital para que sea administrada bajo vigilancia mientras que, en otros casos, pueden estar totalmente contraindicadas.