Escleritis: una dolorosa urgencia ocular

Ojos
GETTY//LONELY__
Actualizado: martes, 26 enero 2016 13:54

   MADRID, 26 Ene. (INFOSALUS) -

   La esclera es el esqueleto del ojo, la capa más externa que le proporciona la forma de una bola o pelota y se identifica con la parte blanca del ojo que vemos. Se sitúa después de la coroides que es una membrana que nutre a la retina, que es la parte del ojo con la que realmente vemos.

   Según explica a Infosalus el doctor José Benítez del Castillo, secretario general de la Sociedad Española de Oftalmología y Catedrático de Oftalmología de la Universidad Complutense de Madrid, cuando la esclera se inflama el dolor es muy fuerte y se irradia hacia la cara, quienes lo sufren no pueden conciliar el sueño y es una afección grave.

   El ojo posee una serie de capas que le dan forma y función: conjuntiva, epiesclera, esclera, coroides y la capa de la retina (de delante hacia atrás). Hay que distinguir la escleritis de la epiescleritis, que es la inflamación de la epiesclera la capa que se encuentra justo encima de la esclera.

   En el caso de la epiescleritis se presentan molestias oculares, el ojo se pone rojo pero no es un dolor sordo y fuerte. La epiescleritis no es una primera fase de la escleritis sino que es una afección distinta que en la mayoría de los casos es leve.

DETERMINAR SI EXISTE O NO INFECCIÓN

   Gran parte de las escleritis son de causa desconocida, es decir, su origen es idiopático pero entre aquellas que pueden tener una causa identificable se encuentran las no infecciosas y las infecciosas.

   Entre las causas infecciosas más comunes de la escleritis se encuentra el virus del herpes zóster, el virus que ocasiona la varicela que permanece latente en el organismo de quienes han padecido la enfermedad y que puede volver a activarse en forma de sarpullido doloroso. La infección de la esclera también puede deberse a bacterias o a una infección post-quirúrgica tras una operación de retina o estrabismo.

   En lo referente a las causas no infecciosas, las más comunes, la escleritis puede ser secundaria a una artritis reumatoide, lupus o una policondritis recidivante, patologías en las que existe vasculitis, una inflamación de los vasos sanguíneos consecuencia del ataque del sistema inmune que se produce en estas enfermedades.

   "Se trata de una condición de extrema gravedad porque no sólo se puede perder el ojo sino también la vida. Indica que la enfermedad autoinmune no está controlada y que al igual que ataca al ojo puede hacerlo en cualquier momento a otro órgano como el cerebro o el corazón", señala el doctor Benítez del Castillo.

   El caso más grave de inflamación de la esclera es la escleritis necrotizante inflamatoria, en la que existe un riesgo de mortalidad para el paciente superior al 40% por el cuadro clínico en el que se presenta si no se trata.

   Dado que la mayoría de las escleritis no tienen una causa conocida, además de analizar el historial del paciente se realizan analíticas sanguíneas capaces de descartar o confirmar las causas conocidas. Cuando se trata de un herpes zóster, el paciente suele presentar las características pápulas en frente, ojo y nariz y es más común en personas mayores con el sistema de defensas más frágil.

   Existen muchos tipos de escleritis según el área del ojo afectada como la sectorial, que afecta sólo a una parte del ojo; la difusa, la más común y más tratable que afecta a la parte frontal del ojo; la posterior, la más rara ya que sólo un 10% del total de escleritis son de este tipo; o la necrotizante, la más grave ya que puede llevar a la pérdida del ojo.

UN TRATAMIENTO LARGO

La gravedad y grado de complicación de este trastorno dependen del cuadro clínico del paciente y su pronóstico por ello varía entre los afectados. "Es clave determinar su origen ya que si se trata de una infección y se proporcionan al paciente fármacos inmunosupresores empeora el cuadro ya que bajan las defensas y los agentes infecciosos proliferan en mayor medida", comenta Benítez del Castillo.

   En el caso de una escleritis simple se emplean antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) orales y tópicos como el diclofenaco que remedia inflamación y dolor. Si su gravedad es mayor se usan corticoides orales y en el caso de un origen autoinmune y de mayor gravedad se utilizan inmunodepresores y terapia biológica con anti-TNF.

   El tratamiento requiere de meses porque si se retira antes de lo indicado se puede producir una recidiva y supone un mayor control de la enfermedad autoinmune que ha ocasionado la escleritis. Además, en el caso de los fármacos inmunosupresores hay que tener en cuenta que requieren de un tiempo hasta que presentan sus efectos.